Todos los años desde 2004 la Universidad de Oxford elige el término más relevante del momento. En 2005 fue Sudoku. En 2013 fue selfie. En 2015 fue el emoji de la cara riéndose. En 2019 fue emergencia climática. Ya puedes hacerte una idea: siempre palabras que hayan sido muy utilizadas a lo largo de ese año y que además definan una realidad muy particular de la sociedad de ese momento. Y la de 2024 ya está aquí: se trata de brain rot, definido por el gabinete de prensa de la Universidad de Oxford como “supuesto deterioro de las facultades mentales o intelectuales especialmente relacionado con el abuso de contenido digital trivial o poco estimulante”.
Y ciertamente el término refleja la realidad de cientos de millones de personas. Tu realidad. Porque buena parte del tiempo que pasas en las redes haciendo scrolling robótico estás consumiendo contenido que no te interesa una mierda. Es el precio a pagar hasta llegar a algo que sí. O que medio te interesa. Cuando quieras darte cuenta, has echado dos horas de tu vida tumbadx en la cama tragándote una cantidad absurda de mierdas que lobotomizan tu cerebro hasta dejarlo sin chicha. Que lo pudren. De ahí el término. La sensación que te queda tras ese atracón es muy particular y difícil de explicar. Pero la conoces perfectamente. Y te chupa la vida. Muy poquito a poco.
Es muy difícil resistirse
Lo más curioso de todo esto es la contradicción en la que vives. O en la que viven las generaciones más jóvenes. Quizá tú seas una excepción. Y es que, como dice Casper Grathwohl, director del departamento encargado de escoger la palabra del año, el uso cada vez más generalizado de brain rot por parte de la comunidad Z y Alfa “demuestra una autoconsciencia descarada sobre el impacto dañino que han heredado con las redes sociales” y, sin embargo, siguen estando ahí metidos hasta el fondo. Pero si lo piensas no es tan extraño. Si te ponen riquísimo chocolate frente a ti desde que eres pequeñx te acostumbras a comerlo. Es muy difícil resistirse. La dopamina manda.
Aún así, y siendo tan consciente de cómo pudre tu cerebro tanta publicación chorra y arbitraria, deberías hacer un esfuerzo. Y no se trata de dejar las redes sociales ni de alejarse de lo digital. No necesariamente. Como defiende el filósofo cordobés Jose Carlos Ruiz, es importante que desarrolles criterio. Esa es la clave de una buena vida. Criterio para elegir qué escuchas. Qué ves. En qué inviertes tu tiempo. No pasa nada si es en un papel o en una pantalla mientras lo estés eligiendo tú y no un algoritmo informático. Así puedes darle ingredientes a tu cerebro que no lo pudran. Más bien al contrario: que lo enriquezcan y lo ayuden a crecer.