A menudo dejamos de hacer favores a los demás porque estamos demasiado ocupados, como si temiéramos perder el tiempo. Pero ayudar a quienes se cruzan en nuestro camino, lejos de quitarnos nada, nos enriquece. Igual que el amor que sientes por tu pareja no acapara tu corazón, sino que lo amplía, el tiempo que inviertes en servir a otros no se desperdicia, sino que se transforma. Ayudando a tus semejantes te ayudas a ti mismo porque, como diría Mandela, para el corazón humano es más natural amar.
"Nadie nace odiando, porque para el corazón humano es más natural amar." Nelson Mandela.
En lo personal y en lo profesional, la única manera de crecer es dándote a los demás. Así lo demuestran el marketing de contenidos, el podcasting, el blogging y todos esos conceptos tan familiares para nuestra generación. Si quieres recibir, primero has de dar; pero es que dar es un gustazo cuando te sale del corazón, cuando te apasiona lo que haces. Y si esa pasión fuéramos capaces de transmitirla al día a día, las cosas en nuestra sociedad cambiarían. Y mucho.
¿Que por qué? Pues porque ayudar te transforma:
- Mejora tu autoestima, pues percibes el agradecimiento de los demás.
- Te hace sentir útil, ya que aportas valor.
- Y hablando de valor, hace que valores más lo que tienes.
- En suma, que te hace sentir más positivo.
Además, cuando ayudas a otros, eso hace que otros quieran ayudarte a su vez, lo que fomenta las relaciones cordiales y el trabajo en equipo. Nadie "se hace a si mismo", sino que todos llegamos a alguna parte gracias a lo que nos aportan quienes nos rodean. En eso consiste dar y recibir valor.
Por último, no podemos olvidarnos del consabido karma; algo hay en el mundo que te devuelve lo que entregas, para bien y para mal. No sabemos si será una alineación planetaria, la intervención divina o simple casualidad... pero el caso es que, si das, acabarás recibiendo. Si ayudas, te ayudarán.
Ahora, te toca a ti decidir si eres de lo que están demasiado ocupados para ayudar a los demás o, por el contrario, de los que están dispuestos a dejarlo todo por poner su granito de arena. Servir no es una humillación sino una virtud, y practicarla te hará feliz.
Crédito de la imagen: Théo Gosselin