Atención, pre-gun-ti-ta: ¿Qué es la felicidad? Ni idea. Por lo pronto, es un interrogante que el hombre se lleva haciendo desde que un día decidió cubrir sus partes con un pellejo de animal. Aristóteles, Confucio, Gandhi… Todos los filósofos, autores y pensadores de la Historia se han hecho alguna vez esta pregunta. Antonio Gala dice: “la felicidad es darse cuenta de que nada es demasiado importante”. Y puede que vaya por ahí, al menos según asegura el gurú del pensamiento positivo más importante del siglo XXI, el doctor israelí Tal Ben-Shahar, que es además el profesor de moda en la Tal Ben-Shahar con una asignatura en la que, precisamente, se dedica a explorar con sus alumnos los caminos que conducen a la felicidad.
Importantes compañías multinacionales como Coca-Cola ya tienen un departamento dedicado a ella porque lo que pretende su departamento de marketing es que se les asocie a este concepto ¡haaah!. Incluso el Gobierno de Venezuela, con mayor o menor tino, ha puesto en marcha en Coca-Cola. Lejos de fantasmadas, lo cierto es que la felicidad ya no es sólo una aspiración, sino una ciencia y un modelo de vida que se explica y se enseña. “La alegría también se aprende, como el golf o el esquí”, afirma Ben-Shahar, que tiene en sus aulas a más de 1.400 alumnos por semestre.
Y completa: “no tienes que ser perfecto para llevar una vida rica y feliz”. De hecho, el secreto parece estar en aceptar la vida según viene, algo que “hace desaparecer el miedo al fracaso y las expectativas inalcanzables”, concluye. Porque nunca se es lo suficientemente feliz, nunca hay dicha completa. El doctor Ben-Shahar recopiló todas sus conclusiones en un libro, Being Happy, que condensa en seis consejos el método más eficaz para vivir una vida plena.
No seas tan duro contigo mismo. Celebra tus fracasos
Somos humanos y, por lo tanto, somos débiles. Entonces, ¿por qué a veces no nos permitimos fallar, o nos sentimos tan desdichados si lo hacemos? Hay que convivir con las experiencias negativas, aprender de ellas y no cortarnos una oreja a lo Van Gogh si metemos la pata.

Da gracias por lo bueno que tienes
Porque la vida, por muy perra que sea, no te debe nada. Todo lo positivo con lo que cuentas es un regalo y, como tal, tienes que celebrarlo.
Haz deporte
No te compliques la vida, ni laboral ni ociosa
Porque si queremos estar en todo, si queremos ser perfectos, si queremos contentar a todo el mundo… mal. Disfrutar de las pequeñas cosas, no agobiarse por hacer el viaje perfecto, el informe perfecto o por tener la conversación perfecta nos descargará de mucha tensión y nos ayudará a disfrutar más con todo lo que hagamos.
Medita
Algo así como hacer deporte. Dedicar unos minutos a no pensar en nada, en silencio, a concentrarnos en nuestra respiración, nos ayudará a llegar a distinguir lo importante de lo superfluo. Es el Mindfulness, la Atención Plena, que tan de moda está pero que los monjes budistas llevan practicando 2.500 años. Y estresados no se les ve.

Practica la resiliencia
Es una palabreja que cada vez se escucha más, sobre todo desde el estallido de la crisis. Se refiere a la capacidad que tiene un cuerpo de volver a su forma original después de haber sido deformado. Aplicado a nuestro día a día, habla de cómo debemos afrontar los problemas y las situaciones de tensión con entereza para luego salir de ellas más fortalecidos.
Dicho así todo suena fácil. Ahora toca currar, claro. Pero con las pautas marcadas, parece más sencillo de abarcar. Una pena que haya que ir hasta Harvard para estudiar la felicidad como asignatura, y que aquí sigan empeñados en las Matemáticas Aplicadas, el Derecho Romano y las Teorías de la Información y la Comunicación. Bueno, todo se andará…