"¿Y yo qué quieres que haga?”, “salir a la calle es inútil, nadie nos escucha”, “¿para qué vas a manifestaciones, si no cambian nada?” Excusas y argumentos tras los que muchos se escudan cuando alguien se pregunta por qué nos quedamos sentaditos quejándonos cuando la realidad nos molesta. Sí, decir que todo está muy mal es el inicio, pero la búsqueda de soluciones difícilmente se puede llevar a cabo desde el sofá. Aquí tenéis algunos ejemplos de movilizaciones populares que sí han obtenido su objetivo en un momento dado; casos en los que el hermanamiento de la sociedad y la lucha común contra la desigualdad o la injusticia dieron sus frutos. Porque el escepticismo no lleva la iniciativa, y a menudo las cosas no se arreglan por sí solas.
Protestas en Standing Rock
Hace solo unas semanas, la construcción de un oleoducto en la reserva de Standing Rock, territorio de los indios americanos sioux en Estados Unidos, movilizó a miles de activistas pro derechos de los indígenas y defensores del medio ambiente. El proyecto, valorado en 3.800 millones de dólares, quedó suspendido el 10 de diciembre, después de que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército denegase el permiso para construirlo. Finalmente, y si ninguna autoridad cambia de opinión, el patrimonio, la cultura y el agua que riega las tierras de los sioux están a salvo gracias a la movilización popular.

Manifestación en Kunming, China
En el sur de unos de los países más herméticos y represivos del mundo, la República Popular China, miles de personas protestaron en 2013 por la inminente construcción de una enorme refinería en la ciudad de Kunming. Las protestas en este sentido son cada vez más habituales en el país, dado que el modelo de crecimiento indiscriminado y sus consecuencias medioambientales han despertado las conciencias de los ciudadanos. En un contexto en el que las libertades, en muchos aspectos, están más que mermadas, los manifestantes lograron una explicación detallada por parte del Gobierno y la comparecencia pública del alcalde de la ciudad en la que se disculpó abiertamente por la falta de comunicación y prometió un “diálogo equitativo”.

La demolición del Hotel del Algarrobico
Es el símbolo por excelencia del desarrollo económico apoyado en el ladrillo en las costas españolas. El Hotel del Algarrobico, en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar Almería, ha estado envuelto en la polémica desde que se colocase su primera piedra. Cambios en la tipología del suelo donde está ubicado hicieron posible su construcción, pero la firme presión popular liderada por grupos ecologistas consiguió que en 2016, tras multitud de sentencias, juicios y tribunales implicados, el Supremo declarase el terreno como zona protegida por razones medioambientales y, por tanto, no urbanizable.

La Revolución Naranja de Ucrania
Esta fue una campaña masiva puesta en marcha por un movimiento civil de resistencia en el contexto de unas elecciones presidenciales. Miles de manifestantes levantaron la voz diariamente durante unos meses denunciando irregularidades en el proceso electoral que había enfrentado a los candidatos Yúshchenko y Yanukóvich, y por el que había resultado vencedor el segundo. Las sospechas de fraude, incentivadas por la opinión de diversos observadores internacionales, movilizaron a una población que consiguió forzar la repetición de los comicios en los que, en contra del primer resultado, dieron la victoria a Yúshchenko.

La Revolución de Terciopelo en Checoslovaquia
Es 1989. El Partido Comunista de Checoslovaquia continúa ostentado el monopolio del poder político del país. Ni siquiera los mensajes aperturistas de Gorbachov, entonces Jefe de Estado de la URRS, consiguen que las fuerzas políticas del país se apeen de sus sillones de mando. Por eso, el pueblo sale a la calle el 27 de noviembre para hacer una huelga general que mantiene paralizado al país durante dos horas, logrando que, dos días después, los líderes comunistas modifiquen la Constitución y allanen así el terreno para la llegada de un régimen democrático y parlamentario.

Estos son solo algunos de los episodios en los que un número suficiente de personas cabreadas que salieron a la calle en el momento adecuado pudieron frenar situaciones injustas, ilegales o desiguales. Aunque las autoridades se pasen por el forro muchas expresiones públicas de desaprobación, la próxima vez que vayas a mirar hacia otro lado porque "total, movilizarse no sirve de nada", piénsatelo dos veces.