¿Eres De Los Que Luchan Por Su Sueño? Te Presentamos A Un Joven Que Siempre Lo Tuvo Claro

Si lo intentas, también puedes llegar a ser joven y, por tanto, emprendedor. Esta es la historia de Eduardo y de cómo alcanzó su sueño: el mundo del motor.

Esta vez he querido hacer un pequeño barrido por Internet para autoconvencerme antes de tratar de hacerlo con vosotros de que hoy en día también se puede ser joven y emprendedor al mismo tiempo.

Esta es la historia del canario Eduardo Sánchez Hernández, quien lo tuvo muy claro desde que era pequeño: lo suyo era el mundo del motor e iba a hacer todo cuanto fuese necesario por alcanzar su sueño. Criado desde la sencillez y la humildad, recibió de sus padres todo el apoyo y la fuerza que necesitaba para ver más próximo un horizonte que en ese momento aún tenía unos límites muy difusos.

En su vida académica, se formó en lo que realmente amaba, la mecánica, y acabó realizando un curso de mecánica en vehículos de alta competición en la escuela Monlau Competición de Barcelona. Quizás es un buen momento para volver la vista atrás y recordar la historia de Henry Ford, el padre de la mecánica mundial. Se dice que a Ford, cuando era pequeño, solamente le gustaban los juguetes que se movían, y despedazaba cada una de sus partes para ver cómo funcionaban. De ahí que cualquier desecho de una máquina era, para él, un verdadero tesoro. Tras este breve paréntesis, podemos concluir con la idea de que Eduardo no es, a fin de cuentas, otra cosa que un joven emprendedor que ama su profesión y que quiere entregarse plenamente a ella, como lo hizo en su día el ya mencionado Henry Ford.

Para poder este hacer realidad su sueño, un buen día se atrevió, sin pensarlo más de la cuenta, y azotado por las críticas de sus amigos y conocidos, que lo tachaban de desmesurado y atrevido, a dar el salto desde el charco hasta la Península, donde se metió de lleno en un mundillo que parecía mucho más evolucionado que el que había podido ver hasta el momento en su tierra de origen.

Para él, todo era nuevo y más atractivo, por lo que sus ganas no hacían sino crecer a cada momento. Luchando cada día en una tierra desconocida y alejado de su familia, supo mantener la cabeza fría y empezó a hacer prácticas en centros de mecánica de alto nivel gracias a sus indudables méritos que fue logrando en los primeros meses de estancia, y posteriormente fue admitido como segundo mecánico de una gran empresa del deporte automovilístico. Indudablemente, su rigor, su creatividad y su resolución fueron los pilares que le fueron empujando día tras día hacia el éxito.

Estas fueron sus palabras al ser entrevistado: "Muchos piensan en el glamour que ofrece el deporte del motor, acompañando al piloto y dando soluciones sobre la marcha bajo la atenta mirada de los medios de prensa. Pero no es así. Aquí hay que renunciar a cosas, ser humilde, discreto y muy profesional los mecánicos de cada escudería mantienen secretos de confidencialidad, pero sobre todo tienen que perseguir siempre su sueño. La atmósfera es perfecta para hacerlo, pero hay que ir despacio, trabajar en equipo, tener hambre de conocimientos, hablar idiomas y aprovechar la oportunidad de contactar con gente muy metida en este sector".

Moraleja milenial: los jóvenes emprendedores debemos tener una actitud vital, atrevida y contagiosa, convirtiendo así ese sueño que crece en nosotros y que quiere, de alguna forma, convertirse en una merecida realidad.