Si vas a leer esto prepara tu estómago, ya que la película Raw Crudo ha sido catalogada como 'gore'. El tráiler ya nos pone sobre aviso: vísceras, sangre y música intensa. La campaña de marketing alrededor del filme también va en esa dirección. La sinopsis nos cuenta la historia de una chica, criada en una familia vegetariana, que entra a estudiar veterinaria en la misma facultad en la que está su hermana y entre las crueles novatadas que llevan a cabo los veteranos, está la de obligarla a comer un riñón de conejo crudo. Es a partir de ese momento cuando desarrolla un gusto excesivo por la carne cruda.
Sin embargo, no podríamos catalogar Crudo como una película sobre canibalismo. Lo hay, sí. Pero también tiene guiños al género vampírico o al mito de la licantropía. Además, podría entenderse que, en realidad, la carne es simplemente una metáfora. Una manera de tratar temas como la entrada en la edad adulta, el despertar sexual, la drogadicción, el control de impulsos, el especismo o las relaciones familiares. Crudo habla de todo ello.
Pero, sobre todo, hace alusión a cómo, para integrarnos en la sociedad, las personas necesitamos reprimirnos. Somos animales empeñados en no serlo. Es imposible encajar sin coartar nuestra naturaleza más primaria. Y, a través de la historia de Justine, interpretada por una grandiosa Garance Marillier, vivimos ese conflicto.

El reparto se completa con Ella Rumpf y Ella Rumpf. Ella interpreta el papel de Alexia, la hermana mayor de Justine, que también estudia veterinaria y que es la conflictiva de la familia. Uno de los puntos que más atraen de la película es el tipo de relación que hay entre las hermanas. Por su parte, Rabah Naït Oufella encarna a Adrien, el compañero de habitación de Justine, que va a jugar un papel fundamental en su nueva vida.
El estreno en Sitges y uno de los primeros pases en Toronto se saldaron con varios desmayos, espectadores saliendo de la sala y una ambulancia asistiendo a aquellos cuyo estómago no había sido capaz de tolerar las escenas más explícitas. Pero Crudo va mucho más allá del gore. En realidad, el debut de Julia Ducornau, la joven guionista y directora, es una cinta que dialoga con grandes obras maestras del cine como Trouble every day, Funny Games o Equus.

Los créditos y la banda sonora, compuesta por Jim Williams, recuerdan a Haneke y su Funny Games. También hay algunos planos como uno de los que mayor tensión provocan, el de la depilación brasileña que remiten a La pianista. Hablamos de Haneke porque Crudo es gore en tanto en cuanto las cintas de Haneke lo son. Hay violencia explícita, evisceraciones, crueldad exacerbada, pero está al servicio del argumento.
La sangre es necesaria para la narración y, a la vez, es lo menos importante de la historia. Es, como en Carrie, el bautismo de la protagonista en la senda del "mal". En el caso de Crudo, un bautizo que queda subrayado por una banda sonora en la que destaca el órgano, para aludir a la noción de pecado.

El motivo por el que la película se puede hacer difícil de ver no es tanto por lo explícita que resulta sino por la tensión narrativa, que es extrema. Tanto el guión como la elección de planos ayudan a generar esa tensión. Los momentos más gore son de un naturalismo muy real, pero el resto de la cinta sorprende por la elección de los encuadres. La inclusión de planos desde perspectivas poco habituales genera en el espectador una sensación de extrañamiento que mantiene la tensión de modo constante.
En pocas palabras: la crudeza en todos sus sentidos se combina con una hechura magistral. La fotografía está muy cuidada, los efectos visuales son de un realismo atroz, las interpretaciones espléndidas y el guión no tiene nada que sobre ni que falte. Con o sin gore, es una película bien hecha en la que acompañamos al personaje principal en su transformación y en los conflictos que esta le genera a ella y a su entorno.
En resumen, si lo tuyo es el cine de terror y tienes un estómago fuerte, no te la pierdas. Y, si no te gusta la casquería, ve igualmente. Eso sí, con la digestión hecha por si las moscas.