Comprar por Internet mola, es rápido, fácil y, sobre todo, cómodo. Nos ha cambiado mucho la vida desde que podemos escoger los regalos de Navidad sin tener que pasar toda la tarde en un centro comerical. Ahora todo está a golpe de click, pero esta forma de consumir entraña también muchos riesgos y pone en peligro nuestra privacidad y nuestros datos personales. Adam Levin, abogado y defensor a ultranza de los derechos del consumidor, ha elaborado una guía práctica para evitar los errores que todos cometemos cuando tecleamos los números de nuestra tarjeta en el ordenador, y los ha condensado en el libro Adam Levin. Estos son sus consejos más relevantes.

La tarjeta, siempre de crédito
Nunca, jamás, de débito. La diferencia radica en que, cuando pagas con una de débito, estás comprometiendo tu propio dinero pero, cuando optas por una de crédito, estás utilizando dinero del banco y no de tu cuenta personal. Puede parecer irrelevante pero, si sucede cualquier contratiempo y tienes que notificar a tu entidad un uso indebido de tu tarjeta, en el caso de que esta sea de débito, el banco puede volcar sobre ti toda la responsabilidad. Por eso, según Levin, lo mejor es utilizar una tarjeta de crédito virtual que genere un nuevo número aleatorio para cada compra on-line.
Las compras, siempre en la web oficial
Porque los banners, los ‘enlaces directos’ y demás estrategias comerciales pueden tener una sombra oscura. A priori, podemos estar tranquilos porque la apariencia de la web no tiene aspecto sospechoso, pero tal vez estemos comprando en un portal que mediante cualquier sistema de copia de información, comprometa nuestros datos personales. Por eso aconseja que vayamos directamente al sitio oficial. Sólo así evitaremos sorpresas desagradables.
Huye del wifi público
Nos da la vida y nos enganchamos a él como si fuera una fuente de chocolate, pero no es una buena opción para realizar ninguna compra. El siguiente escenario no es inusual: estás en una cafetería de una ciudad extranjera y te conectas a la red abierta para comprar, por ejemplo, los billetes del autobús que te llevarán a otro lugar que también quieres visitar. Error: los hackers, asegura Levin, pueden insertarse entre nosotros y el sitio web para hacerse, de nuevo, con nuestros datos. Por eso, siempre habrá que buscar redes privadas y seguras.
El móvil, tu santuario
Porque estamos concienciados con la protección de nuestro ordenador, y en muchas ocasiones olvidamos que el smartphone no deja de ser un portátil en miniatura. Levin defiende que no hay que escatimar en prevenciones: conviene instalar un antivirus, códigos de desbloqueo y todas las contraseñas que el teléfono nos deje habilitar, huyendo además de las típicas como la fecha de cumpleaños o similares. Tal vez no reparemos, pero nuestro móvil condensa gran cantidad de nuestra información personal, y está a merced de todo el que pase a nuestro lado.
Ante cualquier duda, consulta
Corta por lo sano: ¿algo te está sonando raro?, ¿tu móvil se comporta de forma extraña?, ¿hay un cargo inesperado en tu tarjeta? No lo dejes ni un segundo y acude corriendo al banco, a la policía o al Vaticano si quieres, pero ataja el problema de inmediato. En el banco podrán investigar de dónde procede ese cargo y podrán devolvértelo si, ciertamente, se trata de un fraude. La policía podrá ponerse en la pista de, tal vez, una red de ladrones cibernéticos en toda regla. Y, si todo ello no es suficiente, Levin apuesta por contactar con compañías de seguros, servicios financieros o lo-que-haga-falta. Es tu dinero y son tus datos, ¿cómo no los vas a proteger con tu vida?

Si después de leer este artículo el miedo atenaza tus músculos, recuerda: Swiped: cómo protegerse en un mundo lleno de estafadores, phisers y ladrones de identidad, de Adam Levin. El libro que te ayudará a ponerte una coraza anti-hackers.