Michel Flamant es un panadero de la pequeña ciudad de Dole, al este de Francia, que el pasado diciembre estuvo a punto de morir. No se dio cuenta de que se había estropeado uno de los hornos de su establecimiento y se estaba intoxicando por monóxido de carbono. Jerome Auclan, un sintecho de 37 años que pasaba por delante, le vio y acudió a socorrerle.
"Los servicios de emergencias me dijeron que llega a tardar un poco más y no estoy aquí para contarlo", explicó el panadero a la radio Europa 1. Como agradecimiento, el panadero ofreció a Jerome que se quedara a trabajar con él como aprendiz y ahora, como le queda poco para jubilarse, le quiere regalar el negocio.

El sintecho pasaba de vez en cuando por la panadería de Flamand para tomarse un croissant y después del incidente, que le mantuvo doce días en el hospital, los hombres entablaron amistad. "Le pedí que trabajara conmigo y me di cuenta de que quería salir de esa situación", cuenta el panadero que también ha decidido avalarle para que pueda conseguir un alojamiento digno.
Flamand, de 62 años, que quería jubilarse en breve, buscaba a alguien a quien cederle la panadería, por lo que se quedará seis meses más para acabar de formar a su aprendiz y después se la dará a cambio de un euro simbólico. "Estoy muy contento. Estoy haciendo todo lo posible por conservar el trabajo. Michel es el mejor", concluye Jerome.
Foto: Paris Match