A la presidenta de Brasil la quieren echar del cargo. El Congreso está analizando si abre un impeachment un juicio político, vaya para destituirla y, por lo pronto, la Cámara de los Diputados ya ha dado el visto bueno. Ahora queda escuchar al Senado. Pero Dilma Rousseff no es una jefe de Estado cualquiera. Es la primera mujer en la historia en asumir la presidencia de Brasil y la campaña para echarla del poder no se libra de un fuerte tufo a machismo.
¿Que por qué? la lista es larga pero estos adhesivos misóginos, que tienen ya recorrido, la encabezan.

Rousseff ha sido acusada de maquillar las cuentas públicas para pagar subsidios a algunos de los sectores más pobres y eso ha sido considerado un "delito de responsabilidad", lo que justifica un proceso de moción de censura. Pero, lamentablemente, algunas de las fuerzas que quieren desalojarla de su sillón están dispuestas a cruzar límites para conseguirlo.
Sin ir más lejos, una de las principales revistas del país, IstoÉ, publicó en portada semanas atrás un reportaje exclusivo sobre "las explosiones nerviosas de la presidenta". El artículo daba una imagen de Rousseff como una mujer histérica y trastornada.
En el texto abundaban joyitas del tipo: "En brotes de descontrol con la inminencia de su cese y completamente fuera de sí, Dilma rompe muebles dentro del Palacio del Planalto, su residencia oficial, grita con los subordinados, insulta a autoridades, ataca poderes constituidos y pierde, también, las condiciones emocionales para conducir el país" o "la medicación no siempre es eficaz, como se puede ver". Ipso facto, la portada generó una avalancha de indignación en las redes sociales con el hashtag #IstoÉmachismo esto es machismo.

Pero no acaba ahí. Hace unos meses, otra revista destacada, Época, publicó una columna en la que instaba a Rousseff a "erotizarse". Decía sobre ella: "no la conozco personalmente, ni sé de nadie que la haya visto desnuda, pero es bien probable que su sexualidad haya sido sustraída hace por lo menos una década", rezaba el periodista. Un comentario que se hace difícil de imaginar si el nombre del mandatario acabara en O.
Quizás el reportero se estuviera imaginando para el cargo a alguien como la mujer del actual vicepresidente, una mujer "bella, recatada y del hogar". Y es que otra revista, Veja, publicó la semana anterior un reportaje sobre la que sería primera dama si se destituye a Rousseff. Según Veja, Marcela Temer es una "mujer afortunada" porque después de 13 años su marido "le continúa dando pruebas de la pasión que no se enfrió". El ejemplo sí que da escalofríos: un día en el que el susodicho dandy la sacó a cenar a un restaurante "sofisticado, caro y muy frecuentado".

Quizás el ejemplo más reciente es el ya archifamoso "Tchau, querida!" chao, querida!, que se ha convertido en el nuevo eslogan de la oposición. Una irónica forma de deshacerse de Rousseff, como el que lo dice con rintíntín y una sonrisa en la comisura de los labios. De hecho, la frase alude a la forma como el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, su antecesor y padrino político, se despidió de ella en una polémica conversación telefónica que fue grabada por la policía durante las investigaciones contra Lula por supuesta corrupción.
Las mujeres son más de la mitad de la población de Brasil pero todavía muy pocas consiguen escalar hasta el poder. En el propio Congreso sólo representan el 10%, un blanco fácil entre tanta testosterona. Si no, que se lo digan a la ONU, que ya ha llegado a condenar la "violencia sexista política" que se está cometiendo contra Rousseff. Presidenta, sí, pero mujer.