Descubren que James Bond existió de verdad y que odiaba el Martini

Una investigación llevada a cabo por el Instituto Nacional de la Memoria de Polonia IPN ha rescatado el historial del verdadero agente británico

Es uno de los personajes más reconocidos de la cultura popular. Uno inolvidable desde que el escritor inglés Ian Fleming escribiera en 1953 la novela Casino Royale. Le seguirían otras once novelas, nueve relatos y una retahíla de películas que superará las dos docenas con la No Time to Die que prepara Eon Productions para el 2021. Su impronta parece eterna. Y probablemente no exista nadie en el planeta que no lo haya nombrado alguna vez en su vida. Un mito con todas las de la ley. Aunque, según una investigación llevada a cabo por el Instituto Nacional de la Memoria de Polonia IPN, podría no ser tan mitológico al fin y al cabo.

En concreto, los historiadores del IPN han encontrado recientemente los documentos de un británico que se trasladó a Varsovia el 18 de febrero de 1964, en plena Guerra Fría, para trabajar como secretario-archivero del agregado de defensa de la embajada británica en la ciudad polaca. ¿Su nombre? James Albert Bond. Lo han encontrado. Después de más de medio siglo discutiendo acerca de la persona que inspiró a Fleming en la construcción de su famosísimo personaje, el mundo puede descansar tranquilo: James Bond existió. Por supuesto, sus labores en Varsovia no se limitaron a las tareas clásicas de un secretario-archivero.

Porque unos meses más tarde de su llegada a la capital polaca, y como prueban los documentos localizados, James Albert Bond viajó hasta el norte del país acompañado de otros dos diplomáticos británicos para una misión secreta: infiltrarse en instalaciones militares soviéticas allí establecidas. Al parecer, el Ministerio del Interior nunca se fió demasiado del bueno de Bond e implementaron desde el principio una operación de vigilancia denominada Samek. Como explican desde el IPD, Bond, que era muy listo, se percató de todo y volvió al Reino Unido el 21 de enero de 1965. La aventura se había acabado.

Un nombre y una misión. Parecen suficientes para considerar bastante plausible que Fleming conociera algo de todo esto y se inspirara ligeramente en el verdadero James Bond, oriundo de Devon, para diseñar a aquel otro Bond literario que ha terminado conquistando el imaginario popular. Pero hay más. Tal y como afirman desde el Instituto Nacional de la Memoria de Polonia, y siempre basándose en los documentos oficiales que han aparecido recientemente, James Albert Bond mostraba bastante interés en la seducción de mujeres "al igual que su homónimo literario". Eso sí, según quienes le espiaban, le gustaba bastante más la cerveza polaca que el Martini, así que Fleming debió pensar que la bebida italiana le daba un toque más sofisticado.

Pero lo sorprendente de esta historia viene ahora. Según los archivos contenidos en el EPI, y como ha dicho públicamente su director, Marzena Kruk, James Albert Bond continuó trabajando para el ejército británico  durante las cuatro décadas siguientes en la que seguiría con vida. Volvió en 1965 y vivió otros cuarenta años más. Eso significa... ¡que el verdadero James Bond estuvo vivo hasta el año 2005! ¿Cuánto habría tenido que sufrir ese hombre para no desvelar su identidad? ¿Cuántas películas de la saga disfrutaría pillamente desde el sofá de su casa en Inglaterra? Nunca lo sabremos. Pero al menos sabemos que fue real.