Otoño y castañas: todos sus beneficios

Motivos extras para pararte en el puestecito de la esquina

Otoño. Caminas de regreso a casa después de un largo día de trabajo. No tienes ganas de socializar. No te apetece coger el móvil y sumergirte en la vorágine de estímulos que contiene. No. Lo que deseas es pasear con serenidad. Disfrutar del primer fresco del año. Ese que todavía no duele. Ese que aún se hace querer. El momento es redondo. No le falta nada. O eso crees, porque al girar una esquina lo ves: es el puestecito de las castañas de todos los noviembres. Y está abierto. ¿Hay algo que te entre mejor en el cuerpo ahora mismo que unas castañitas asadas? Pero eso no es todo: además de su sabor y textura, las castañas esconden secretos nutricionales muy especiales.

Para empezar, su alto contenido en minerales como el potasio o el magnesio la convierten en un fruto seco preventivo frente a enfermedades cardiovasculares. Además, y en comparación con la inmensa mayoría de sus hermanas, como las nueces o las almendras, las castañas poseen un menor aporte calórico. O dicho de otra manera: es menos probable que rompa tus objetivos de peso de la semana. A esto hay que sumarle su elevada capacidad saciante que hará que al llegar a casa no tengas la tentación de zamparte un paquete de patatas industriales o una barra de chocolate. Ah, y toda la fibra que tiene te protegerá de los subidos de azúcar, los cuales son muy perjudiciales.

Como también lo son los radicales libres, los responsables de la oxidación celular. La gran enemiga de estos, tu superheroína, es la vitamina C, y buena parte de la gente cree que solo puede obtenerla comiendo alguna fruta cítrica. Pero no es cierto. En realidad, media taza de castañitas asadas “te aporta en torno al 20% de la cantidad diaria recomendada de este nutriente”, explican desde Business Insider, medio que la reivindica como alimento indispensable para estos meses previos al invierno. Y ojo: la castaña también posee “ácido gálico, ácido elágico, raninos, alcaloides, diversos polifenoles, luteñina y zeaxantina”, todos ellos grandes antioxidantes complementarios.

Son motivos más que suficientes para pararte en el puestecito y pillarte unas cuantas. Sin embargo, la lista continúa: las castañas mejoran tu tránsito intestinal y te alejan del maldito estreñimiento, favorecen la absorción de hierro por parte de tu organismo, potencian tu sistema inmunológico y te dan bastante más energía que el resto de frutos secos dado que, a diferencia de estos, sí poseen buenos niveles de hidratos de carbono complejos. Tendrás vitalidad para no morirte en el sofá nada más atravesar la puerta de tu casa. Por último, escriben desde el citado medio, “investigaciones demostraron que suprimían el crecimiento de varios tipos de células cancerosas”.