Hay personas con un talante único que les permite dar la clásica vuelta a las cosas para hacer de lo normal algo especial. En mi opinión se trata de detalles, pequeñas cosas que esas personas tienen más facilidad de ver y encontrar y, lo que es más importante, de crear. Creo firmemente que en todo trabajo, sea cual sea, son imprescindibles unas gotitas de creatividad, que finalmente hagan que el resultado sea diferente.
Hace poco alguien me dijo que el exceso de conocimiento frena la imaginación. Nos pasamos la vida estudiando para “saber mucho” y de mayores ser lo que siempre quisimos ser. Es cierto que cuanto más creemos saber, menos oportunidad le damos a la mente y a otras personas para cuestionarnos ciertas cosas y hacerlas de manera diferente. Sin duda, lo que diferencia a un profesional de otro no es solo lo que sabe hacer, sino cómo lo hace, y aquí es donde está la verdadera clave.
El continente del contenido
Hace poco leí un estudio psicológico que decía que en lo primero en lo que se fija la mente humana durante el primer minuto de conocer a alguien no es ni en su forma de hablar ni en lo que dice, sino en su envoltorio y no hablaban de belleza, sino de lo que transmite su exterior: una sonrisa, tranquilidad, seguridad…. Aplicado al trabajo es lo mismo, lo que entregues o presentes asegúrate de que tiene los detalles necesarios que lo hagan especial: un buen diseño, orden, claridad, conceptos, ideas, y si te lo puedes permitir, un toque de humor.
Ser creativo en la forma de contar las cosas puede hacer que tus oyentes reflexionen, y si les haces pensar… los tienes ganados. Dedícale tiempo a darle forma. Un profesor de la universidad una vez me dijo: “cuando entregas un trabajo, entregas tu dignidad”. Pensé: AMÉN.
Brainstorming
Esto no es nuevo pero, cuidado, un brainstorming hay que prepararlo antes, no se trata de reunir a gente, contarles de qué va la cosa y que empiecen a soltar pensamientos. Lo interesante es encontrar puntos de vista a los que nosotros solos quizás no llegaríamos. Según Keith Sawyer, psicólogo de la Universidad de Washington, “cuando se hacen lluvias de ideas en grupo se producen menos que cuando esas mismas personas trabajan de manera individual y después comparten sus ideas".
Prepara un documento en el que expliques para qué necesitas esas ideas, aunque no seas demasiado concreto, y deja un día para que individualmente piensen cosas y las apunten. Reúnete a las 24 horas y cruza todas esas ideas en forma de debate. Quizás ninguna a priori sea válida, pero puede ser el disparador de una maravillosa idea.
Árboles de ideas
Esta técnica “casera” la aprendí en la universidad y me pareció increíble. Los árboles de ideas ayudan a salir de lo convencional, de los primeros pensamientos. Normalmente, cuando piensas en algún concepto, inmediatamente lo asociamos con algo. Por ejemplo: sol y calor. En psicología y en mercadotecnia, se considera que dos conceptos o estímulos están asociados cuando la experiencia de uno lleva a los efectos de otro, debido al emparejamiento o apareamiento repetido.
El árbol de ideas consiste en dedicar unos minutos a encontrar otros conceptos que también pueden ser asociados. Por ejemplo: sol, playa, energía, galaxia, fuego, verano, domingo… A partir de estos, crea nuevas ramas de asociación. Y lo mejor de todo es que, cada persona, según sus experiencias y vivencias tiene unas asociaciones establecidas, pide a un compañero que haga lo mismo. Seguro encuentras nuevos conceptos que te ayudarán a abrir la mente.
Kit Kat
Descansa, sigue otro día o mañana por la mañana. El agotamiento mental nos impide a veces seguir “creando”. Para, descansa, sal, cambia de tema e incluso de sitio. Cuando vuelvas a ponerte con ello todo saldrá más rápido, fluido e incluso diferente.
Lee, lee y lee
Antes de ponerte con ello es interesante que leas mucho acerca de lo que quieres contar. La clave está en la variedad de fuentes que decidas coger como inspiración; cuanto más variado sea, mejor: humor, informativo, opinión, historias reales, estudios… Cuanta más información, más fácil te será encontrar el enfoque con el que más cómodo te sientas y quizás encuentres una forma más creativa que la que tenías de hacer las cosas o contarlas.