Nicholas Mullins, veterano de la marina estadounidense, iba muy borracho cuando se enzarzó con su novia en una pelea tan bestia que casi la mata. Por ello le encerraron en la cárcel y cumplió condena durante 4 años. Ahora, ya en libertad condicional, ha decidido denunciar al casino donde pasaron la noche, por haberle dado demasiadas copas gratis. Algo que, según él, le habría inducido a ponerse violento y propinarle una paliza brutal a su chica.
Todo sucedía en enero de 2012 en el Sands Casino Resort de Bethlehem, en Pennsylvania, EE.UU. Según le contaba el propio Mullins, este pasado martes, al jurado del condado de Northampton, la noche empezó compartiendo una botella de vino blanco con su entonces pareja, Caitlin Shields, y acabó después de haberse tomado 15 güisquis él y 12 copas ella, todo gratis, y habiendo perdido 800 dólares en apuestas.

Se fueron a la habitación y al rato empezó una terrible discusión entre ellos que le dejó a Shields un edema cerebral, varias contusiones y casi la muerte, mientras que Mullins se llevó solo una rotura de nariz. Él alegó que actuó en defensa personal, después de que ella le atacara, pero se le consideró culpable de agresión grave y fue condenado.
Ahora ha denunciado al casino por daños económicos amparándose en la Dram Shop Act, el conjunto de leyes estadounidenses que prevé que los negocios pueden ser responsables de las lesiones que sufran sus clientes si les han servido alcohol cuando estaban visiblemente intoxicados. Su abogado, Stuart M. Niemtzow, ha alegado que el Sands Casino debía haber sabido que Mullins ya había bebido hasta intoxicarse en otro casino unos meses antes - comportamientos así quedan registrados en una base de datos a la que el establecimientos de este tipo tienen acceso- y haber actuado en consecuencia. Sobre todo, argumenta que los trabajadores no debería haber seguido sirviéndole copas gratis cuando veía que Mullins ya iba demasiado borracho, algo que están comprobando en las grabaciones del casino.
Según explicaba Niemtzow al juez el martes, "la cuestión es si el Sands le sirvió mientras él estaba físicamente intoxicado y si ese alcohol influyó, aunque fuera en una pequeña parte, en que se desencadenara la posterior pelea". Y aclaraba que Mullins no estaba allí pidiendo compasión, "solamente pide que se decida si merece lo que la ley le permite obtener, que es una compensación. No está buscando un gran pago. Está buscando una compensación por lo que se le ha arrebatado". Según la visión del demandante y de su abogado, el veterano de la marina ha sido una víctima en todo esta historia: su vida se ha arruinado porque, a causa de lo que se publicó en los medios sobre su condena y de haber pasado por la cárcel, le está costando muchísimo conseguir un trabajo y una pareja.
Por supuesto, el casino niega haber servido alcohol a Mullins estando ya perjudicado y defiende que la pelea se desató horas después de que bebiera la última gota de alcohol.
¿Quién es el responsable?
Aunque la historia de Mullins es chocante, no se trata de una excepción en los Estados Unidos. Las denuncias casas de juego por dejar que sus clientes bebieran más de la cuenta son algo habitual: Uno de los más sonados tuvo lugar en el Grand Las Vegas Hotel & Casino, de Las Vegas en 2014. Mark A. Johnston perdió 500.000 dólares apostando y denunció al casino para no tener que pagar la deuda. Alegó que estaba demasiado borracho como para que se le permitiera jugar. El hombre le explicaba a la CNN que "esta demanda no es sobre perder dinero, sino que trata de que casi me mata. ¿Qué me hubiera pasado si esa noche me hubiera ido a la cama con todas esas bebidas encima, y hubiera vomitado y me hubiera atragantado y hubiera muerto?".

También se ha denunciado a restaurantes - amparándose en la Dram Shop Act- por haberle servido alcohol a clientes visiblemente borrachos que luego han resultado gravemente heridos, e incluso muerto, en accidentes de tráfico.
En España no hay casos muy parecidos, pero sí se han dado algunos de gente borracha que ha denunciado para salvarse del desastre que había provocado. Como el de un hombre en Almería, que, conduciendo ebrio, estampó el coche contra una farola y luego fue a poner una denuncia explicando que, al salir de un pub, dos jóvenes le habían amenazado con un vaso roto, le habían obligado a montarse en el coche y conducir bebido, y que por eso había tenido el accidente. Al final, la policía le acabó imputando también por denuncia falsa.
Todas estas historias nos hacen reflexionar sobre las responsabilidades personales y las que tienen los negocios en lo que respecta al alcohol. ¿Hasta qué punto uno no tiene suficiente control sobre si mismo como para decidir si puede o no seguir bebiendo y luego ser responsable de sus actos?, ¿necesitamos que el propio bar, restaurante o casino se niegue a servirnos para que la situación no vaya a mayores?