Cada año el mismo ritual. El nuevo iPhone añadir numerito ya está aquí y hay que estar atento. El mundo se vuelve loco y se crean colas kilométricas de gente esperando, incluso durante días, en la puerta de las Apple Stores para adquirir ese nuevo teléfono móvil que va a cambiar tu vida en absolutamente NADA. Pero hay que tenerlo, y ahí que vamos como unos idiotas.

Apple es un gigante experto en comunicación de marca o, para que nos entendamos, en hacernos querer pertenecer al 'i club'. Ya hace unos años que la sociedad esa que no está tan preocupada por vivir en guerra, ni pasar hambre, la de arriba se divide entre los que son 'de Apple' y los que no.

No nos engañemos, las diferencias entre el iPhone 7 y los modelos anteriores son mínimas. No han inventado nada nuevo, solo se han sumado al carro de los relojes digitales, los móviles sumergibles y cada vez más delgados, el audio en estéreo y las cámaras y memorias RAM más potentes. Oh, unos auriculares sin cables para ahorrar espacio al consumidor que al final no lo hacen por solo 159$.
Y aunque te transmitan que todos sus avances son por tu comodidad, y se muestren amables y realmente muy eficaces en todos los aspectos su servicio al cliente sea seguramente el mejor, al menos, de entre todas las marcas de electrónica, tenlo claro, solo trabajan para ellos. La obsolescencia programada afecta ya a todos los aspectos de nuestra vida, y aunque algo esté en buen uso es de recibo comprar un modelo mejor, o de otro diseño. Los tiros van mucho más que por ahí.

Fijémonos, ¿por qué este nuevo modelo no ha supuesto la revolución que se espera de la tecnología de Apple? Será que se están guardando los platos fuertes para el iPhone 8 y han hecho pasar una versión 'S' por una nueva. Será porque, como bien saben gracias al Big Data, en 2016 vencen los contratos de permanencia de aquellos que compraron el iPhone 6 y 6 plus auténticos éxitos de ventas y que, por supuesto gracias a la fidelidad que le profesan a la marca, irán todos a renovar teléfono aunque se hipotequen para ello. Sea por lo que sea, hay que seguir sableando a la gente hasta el año que viene.
Lo mejor de todo, y por lo que más mérito tienen, es que lo han logrado en la sociedad de la globalización, la sobreinformada y, se supone, sobre educada. Creemos que no nos afectan los estímulos que el marketing nos hace llegar, conocemos la cantinela de la sociedad de masas y el consumo. Y aún así, vamos a ir corriendo a comprar el nuevo iPhone. No vaya a ser que se acaben.