Si en los tiempos del dictador Franco el contubernio judeomasónico centraba las tesis conspiranóicas del momento, en la actualidad los que se llevan la palma de los malos malísimos del universo son los 130 políticos, banqueros, celebrities y periodistas que componen el Club Bilderberg. Esta élite mundial se reunirá entre el 30 de mayo y el 2 de junio en un lujoso hotel de la localidad suiza de Montreux donde debatirán, en la más absoluta privacidad, sus planes para nuestro planeta hasta la reunión del próximo año.
El problema es precisamente este: ¿por qué la reunión con las personas más poderosas del planeta se preocupa de que ni una sola cámara entre a sus reuniones?¿Qué planean?¿Cómo de malignos son sus planes? Y, lo más inquietante, ¿Qué pintan Inés Arrimadas y Pablo Casado allí? La respuesta es que no hay respuesta. Más allá del evidente interés del Bilderberg de incluir en sus reuniones anuales a los políticos más prometedores para sus intereses, claro, lo cierto es que no sabemos absolutamente nada de los temas que se tratarán en la reunión más allá de un breve guión en el que aparecen temas genéricos como el cambio climático o la sostenibilidad o China y Rusia como puntos más destacados.
Stanley Kubrick sabía lo que era el Bilderberg
La primera imagen que nos viene a la cabeza es la obra póstuma de Stanley Kubrick, la película Eyes Wide Shut, y su escena en la que Tom Cruise se infiltraba en una reunión ultrasecreta con millonarios enmascarados. No es para menos, en el encuentro estarán presentes José Manuel Barroso, expresidente de la Comisión Europea y actual presidente de Goldman Sachs International; Eric Schmidt, expresidente de Google; Peter Thiel cofundador de Paypal; Satya Nadella, consejero delegado de Microsoft; Michael O'Leary, consejero delegado de Ryanair o Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN. Los ‘capos’ del Nuevo Orden Mundial como diría el exagente del KGB, Daniel Stulin.
Aquí es precisamente donde empieza el halo de conspiración que envuelve al Club Bilderberg. Desde su primera reunión en 1954 a manos del magnate David Rockefeller estas mentes poderosas de países de todo el globo parecen haber puesto todo su empeño en diseñar el mundo en el que vivimos. “Esto es mucho más inteligente que una conspiración … esto es moldear la forma en la que la gente piensa, de modo que parezca que no hay alternativa a lo que está sucediendo”, explicó a la BBC el teórico de la conspiración, y coautor del libro Bilderberg People, Andrew Kakabadse. Según él, la clave de estas reuniones es unir a las élites de izquierdas y derechas para que sus ideas fluyan en torno al modelo de capitalismo que interesa implementar.
Conspirando para hacerse más ricos
Así que, básicamente, la teoría de conspiración es una verdad a medias: las élites globales conspiran hacia un interés común pero el objetivo es mucho más previsible que el que le gustaría pensar a los adictos de las conspiraciones. Es decir, esta gente —entre los que se encuentra la banquera Ana Botín— solamente busca hacer todavía más dinero. Y dinero es sinónimo de control. Por lo que sí, la conspiranoia es cierta pero le falta bastante cafeína para ser algo más que un tema para llenar las páginas de un libro. Seamos honestxs: las élites siempre han querido más poder y el verdadero interés del Club Bilderberg no es el objetivo de sus miembros sino las estrategias que están dispuestos a aplicar para lograr su objetivo. Ríete de Maquiavelo.
Teniendo en cuenta que Albert Rivera y Pedro Sánchez ya han pasado por las cenas del Club Bilderberg, y que Arrimadas y Casado están camino a Suiza, hay muchísimos motivos para mosquearse con la inquietante idea de que 130 personas son las que realmente deciden el futuro de 46 millones de españoles y, peor aún, de los miles millones de personas que ni siquiera tienen alguien que los represente en el club más descaradamente clasista del mundo. Vivimos en un mundo en el que las grandes decisiones se toman en petit comité y, lo más probable, es que tú nunca llegues ni a sospechar cuál será el tema de conversación de toda esta gente cuando lleguen a los postres. Si algún día se filtrase el contenido real de estas reuniones probablemente el tinglado de la geopolítica mundial se hundiría como el Titanic. La pregunta es: ¿estamos preparadxs para conocer la verdad?