La genética determina en ocasiones nuestra salud, pero no es el único factor que influye en ella, ni mucho menos, ya que los hábitos alimenticios, la calidad del aire y del agua que consumimos también determinan y marcan nuestro futuro. El Centro Nacional de Epidemiología ha elaborado el mayor mapa de la mortalidad por cáncer realizado hasta la fecha en España, y muestra las regiones españolas en las que los riesgos de morir por ciertos tumores son mucho más altos que en otras, porque como dicen muchos científicos, “El código postal es más importante que el código genético”.
Los científicos advierten que no hay que precipitarse a la hora de sacar conclusiones y que, por supuesto, los riesgos son siempre relativos, no absolutos. El estudio utiliza datos de un millón de muertes por cáncer registradas en España entre 1989 y 2008 y fue publicado recientemente en la revista especializada BMC Cancer.
Uno de los factores que influyen en el porcentaje de muertes por cáncer son las sustancias químicas industriales a las que estemos expuestos. Las personas dedicadas a la fabricación de pinturas, tintes, gomas, cuero y aluminio, así como los conductores de camiones tienen, por ejemplo, más riesgo de contraer cáncer de pulmón.
Pero no son los únicos, las mujeres que viven en grandes ciudades y fuman y los habitantes de pueblos de Cádiz, Sevilla y Huelva sobre todo debido al grupo de instalaciones e infraestructuras de empresas químicas llamadas Polo Químico, Extremadura, Asturias, Cantabria y Galicia también están más expuestos. En Galicia parece ser que hay un alto porcentaje de casos debido al radón, un gas radiactivo que se origina de manera natural a partir del uranio del subsuelo y que lleva dos años pendiente de regulación por el Ministerio de Fomento.
El cáncer y la alimentación
Otro de los puntos clave del estudio es la importancia que tiene en nuestra salud la alimentación. El riesgo de morir por cáncer de estómago es mucho mayor en áreas de Castilla y León, como Burgos y Palencia, que en el resto de España. Los autores del estudio creen que puede ser porque en esas regiones se consumen más alimentos curados o ahumados y menos frutas y vegetales que en las zonas costeras.
Crédito imágen: Guilherme Flirk