La ciencia ha encontrado una solución para curar tu adicción al chocolate

Ya sabemos que el chocolate libera serotonina —y otras mil sustancias más que te dan felicidad y que son muy sanas— pero puede que la comida te esté controlando y es hora de que le pongas fin

Te pasas el día trabajando y te mereces un respiro. Así que decides levantarte de tu mesa e ir a por una chocolatina a la máquina. Es la hora de almorzar y hoy toca ese cruasán relleno que te mira con ojitos golosones. Sabes que deberías optar por una manzana, pero no puedes controlarte. Lo mismo pasa al final de la comida con un postrecito, ¿no? Finalmente, llegas a casa y después de limpiar, ordenar, cocinar y preparar todo lo que necesitas para mañana, te pones a ver una peli. A relajarte, que ya toca. Y una peli sin palomitas y chocolate, no es una peli. Y así eternamente, un ciclo sin fin.

No te has dado ni cuenta pero vives esperando esos pequeños momentos —basados en el dulce— que alegran tu pequeña rutina. Ok, ya sabemos que el chocolate libera serotonina —y otras mil sustancias más que te dan felicidad y que son muy sanas— pero puede que la comida te esté controlando y es hora de que le pongas fin. Un estudio de la Flinders University School of Psychology Australia ha encontrado la forma por la que tus antojos por el dulce o cualquier tipo de alimento Un estudio y acaban convirtiéndose en tu manera favorita de combatir la ansiedad, el estrés o a la tristeza. Resultado de imagen de what? gif

Según estos científicos, el mindfulness —vaciar tu mente centrándote en el presente— podría ser la clave para que dejes de oír ese Kit Kat llamándote desde el paki de abajo. En concreto, el estudio ha revelado las dos fases por las que pasa en tu cerebro desde que el chocolate aparece por tu mente hasta que terminas cayendo en la tentación. La primera, llamada 'intrusión inicial', consiste en la aparición del dulce tu vida: estás tu tan tranquilo haciendo otras cosas y salta un anuncio, alguien comenta que tiene hambre o cualquier otra cosa que te lleve a pensar en comer. Tu atención se desvía, y ya no puedes hacer nada por reconducirla.

Después, la segunda fase, el 'imaginario mental elaborado', te absorve por completo. Es ese proceso en el que empiezas a recordar la textura, el olor y lo bien que te hace sentir ese alimento en cuestión. Y ya no hay vuelta atrás. Caes. Así que los científicos decidieron ver si el mindfulness era capaz de acabar con el problema en ambas partes del proceso de antojo. Para ello, reunieron a dos tipos de personas y los mezclaron, unos se declararon completamente fanáticos del chocolate y otros admitieron que les gustaba, pero que no era su obsesión.Resultado de imagenAl primer grupo le hicieron intentar desviar la atención del anhelo achocolatado con la técnica de la 'desfusión cognitiva'. Es decir, detenerse por un segundo y pensar en ello como cualquier otro objeto, de forma racional: "Verlo como algo que no tiene que ir seguido de una acción necesariamente". El segundo grupo tuvo una tarea más difícil, la de enfrentarse a la parte en la que el chocolate ya se ha apoderado de tu ansia y necesitas sacártelo de encima. El método que usaron fue el de suplantación de unas 'imágenes' por otras.

Cuando los participantes empezaron a imaginar la textura, el olor o el color del alimento, tuvieron que empezar a pensar en otras imágenes mentales que les supusieran sentimientos de serenidad y calma alejados de ese ansia: paisajes verdes o el sonido del mar. Vale, no siempre vas a acordarte de hacer todo esto cuando te entren ganas de comerte todo lo que tienes en la nevera. Pero los científicos australianos midieron cómo los pensamientos se infiltraban en el cerebro de los participantes y cómo esto afectaba a su consumo de chocolate.Resultado de imagen de chocolate gifSorprendentemente, el mindfulness dio resultado en ambos casos. Los dos grupos consiguieron atajar la tentación en la primera fase, pero en la segunda solo redujeron su ansia de chocolate los adictos a este, los verdaderos yonkis del dulce. Podríamos decir que es un buen resultado, puesto que los científicos creen que esta podría ser una buena técnica a aplicar para aquellos que tienen adicciones compulsivas a la comida. Y es que, tal como dijo la investigadora Sophie Schumacher, "si abordamos el asunto en el primer momento en que aparece en su mente —sobre todo si la persona no tiene hambre— es mucho más fácil de solucionar que si esperamos a que este tenga fuerza".

O sea, que no te obsesiones y ganarás la fuerza necesaria para resistir al cruasán de chocolate de la mañana, al postrecito del mediodía y al dulcecito de la peli por la noche. No tiene más, pero es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Solo nos queda desearte suerte. Mucha suerte.