Annie Alfred es una niña de 10 años malauí. Sueña con convertirse en enfermera cuando sea mayor y acabe la escuela. Pero, para ella, crecer puede resultar algo más complicado que para cualquier niño, incluso en su propio país. Annie nació con albinismo, una condición hereditaria que provoca la ausencia del pigmento que le da color a la piel, pero también al pelo y a los ojos. Ella es solo una de las 7.000 o 10.000 personas negras que la padecen en Malawi, según las estimaciones de Amnistía Internacional.
Para Annie, disfrutar de su infancia debería ser la única preocupación a su edad, pero no es así. Ser albino en su país, se convierte en una auténtica tarea de supervivencia. Según la organización, aún muchos de sus habitantes conservan la creencia de que estas personas poseen poderes mágicos; consideran que los huesos o algunas partes de sus organismos atraen la riqueza o curan enfermedades, por lo que hay un comercio en torno a ello relacionado con la brujería.
Hace unos días, Edward Snowden escribió una carta a Annie. En ella, trataba de mostrarle su apoyo en su difícil situación. Snowden es conocido por ser un antiguo empleado de la Agencia de Seguridad Nacional NSA acusado de espionaje tras la filtración de documentos que revelaron programas estadounidenses de vigilancia masiva. Desde 2013 vive en el exilio en Rusia.
“Es vergonzoso que la gente sea perseguida por ser diferente”, afirma Snowden en su carta, quien además le cuenta a Annie que su exilio va a cumplir cuatro años. “Tus diferencias no son debilidades, sino fortalezas”, continúa.
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“Mi nombre es Ed, y estoy entrando en mi cuarto año de exilio. Me he enterado de tu situación y de la de los que viven con albinismo en Malawi. Es vergonzoso que la gente sea perseguida por ser diferente. Tus diferencias no son debilidades, sino fortalezas.
Espero que el gobierno actúe para garantizar tus derechos. Ningún niño debe temer que su libertad de participar y vivir como desee esté sujeta a la superstición y el prejuicio de otros. Abraza las cosas que te separan de la multitud ordinaria, y nunca dejes de defender el derecho a ser diferente, sin importar la dificultad de los tiempos. Cada uno de nosotros es un tesoro de la Tierra, y quizás tú la que más.
La buena suerte se crea con nuestras elecciones, y nada más.”
Annie Alfred participa en la campaña de Amnistía Internacional “Write for Rights” Escribe por los derechos, en la que se anima a hombres y mujeres de todo el mundo a mandar un mensaje de esperanza a aquellos que ven vulnerados sus derechos. “Escribe como si de ello dependiera la vida de una persona”, instan desde su web. La acción perpetúa la tradición del envío de cartas durante el mes de diciembre para tratar de remediar algunas de las injusticias que sufren muchos habitantes en todo planeta.

En Malawi, con una gran mayoría de población negra, pasar desapercibido siendo albino es una tarea bastante complicada. Estas personas, junto a sus familias, viven con temor diario a ser víctimas de un secuestro o incluso a ser asesinadas. Amnistía Internacional ha informado de un aumento preocupante de homicidios de personas con albinismo en el país en los dos últimos años. Entre diciembre de 2014 y abril de 2016, al menos 18 personas con esta condición fueron asesinadas y otras cinco secuestradas, de las que aún se desconoce su paradero.
A todo eso, se le suman 69 delitos denunciados contra albinos, incluyendo intentos de secuestro y la apertura de tumbas en busca de huesos de difuntos. La falta de responsabilidad penal sobre los homicidios ha revelado la incapacidad de la policía para proteger a este colectivo. Amnistía Internacional está pidiendo a las autoridades que hagan más por asegurar que los derechos de este grupo estén protegidos.
La causa de Annie es solo una de las que Amnistía ha elegido este año. Con cada una de ellas, y acompañadas de sus respectivas historias, se pretende visibilizar el largo camino que aún queda por recorrer para que, en los distintos países, se respeten los Derechos Humanos. La campaña solicita dos cartas con las que ejercer presión a los gobiernos: una primera, dirigida a quien posee autoridad para cambiar las cosas, y una segunda que va directamente a los grupos por cuyos derechos trabaja la organización.
Puede que a sus 10 años Annie Alfred no sepa quién es Edward Snowden, pero aún así, es probable que estos días sienta que no está sola. No solo por su carta, sino por todos los apoyos que está siendo capaz de aunar la campaña de Amnistía y que llegan de todo el mundo. Actualmente llevan recogidas 1.964.250 acciones entre las distintas causas. Solo queda por ver si las correspondientes autoridades toman cartas en el asunto.