Aunque de niño nadie sueña con ser camarero, a todos nos ha tocado pasar alguna temporada sirviendo mesas ya fuera porque teníamos que sacar pasta para sobrevivir durante la época universitaria o porque no había otra cosa. Sea por lo que fuere, es un trabajo poco valorado al que deberíamos rendirle culto y respetar enormemente, no solo porque nunca sabes qué maldades podría hacer la persona responsable de tu comida, sino porque puede aportarte muchas cualidades que vas a necesitar alguna vez en tu vida laboral y personal. Después de convertirte en un buen camarero te parecerá que eres capaz de cualquier cosa, así que no lo descartes como primera opción al meterte en el mundo profesional.
El reino del multitasking
Lo primero que vas a tener que aprender va a ser a convertirte en alguien con 10 manos. Hacer muchas cosas al mismo tiempo, rápido y bien es complicado, pero como todo, es cuestión de practica. Un truco, organiza las tareas por orden de urgencia y prioriza lo que te vaya a llevar más tiempo terminar. La presión de tener a 20 personas en diferentes mesas esperando a la vez su comida mientras sientes sus ojos clavándose en tu nuca es terrible. Si puedes trabajar y solucionarlo sin que noten que querrías que se te tragara la tierra, podrás solucionar CUALQUIER situación en cualquier trabajo.
La profesión de los actores
Será un cliché decir que muchos actores empezaron trabajando de camareros, pero lo cierto es que cualquiera que lo haya sido podría presentarse a un casting y petarlo. Mentir vilmente. Ese es el arte que debes dominar. Aunque no lo creas, no es tan fácil sonar convincente cuando le has dicho 4 veces a la misma persona que su comida sale en 2 minutos. Echarle morro es fundamental: sonríe mucho y después muéstrate muy indignado por lo ineficientes qué son en la cocina, "hay que ver". Después de esto podrás decirle a tu jefe que ya tienes "casi listo" ese informe larguísimo que tenías para ayer sin sudar la gota gorda. Son mentiras piadosas, no cuentan, ¿no?
Cómo salir de situaciones difíciles
Cuando te surja un imprevisto, lamentarte no te va a servir de nada, así que solo te queda buscar soluciones ipso facto. Monta mesas hasta en la cocina y saca comida hasta del restaurante de al lado, si hace falta. Ser capaz de reaccionar rápida, creativa y eficazmente sin perder los nervios son virtudes que se valoran mucho a la hora de contar con alguien en su equipo.
Juega mucho a las parejas
Tener una buena memoria te va a venir de perlas. Y si no la tienes, la tendrás, porque la gente no tiene piedad a la hora de pedirte una Cocacola y tres cafés con leche, unodescafeinadoydosconsacarina, mientras llevas un montón de platos en una mano, siete copas en la otra y la libreta en la barra. Lo que hoy son bebidas en una mesa de 17 personas mañana será lo que tú quieras. Tus compañeros de oficina se preguntarán cómo es que te acuerdas de todo siempre. Y tú responderás: "Es que fui camarero".
La empatía también se aprende
Uno no sabe lo que se sufre en determinados momentos hasta que no los siente en sus propias carnes. Ser camarero te hará resistente al estrés como si vivieras permanentemente en la consulta del dentista con la boca abierta. Siempre es más sencillo ser egoísta y exigir lo que te corresponde como cliente. Pero si has sido camarero habrás aprendido que a menudo la culpa no es del servicio y que el pobre chaval que te atiende solo es a quién le toca dar la cara. Haber soportado la ira de otros te curtirá y hará salir amabilidad por tus poros. RECUERDA: A veces se consigue mucho más con una sonrisa que con un ceño fruncido.
La atención al público es el más esclavo de los trabajos y lo odiarás el 80% de las veces, pero nada podrá quitarte todo lo que te habrá hecho crecer profesionalmente. Y hará que cuando trabajes 'de lo tuyo' te sepa mucho mejor.