No nos fiamos ni por un segundo de los políticos, ni de cualquiera que dé un discurso y retenga algo de poder, por su trabajo, por su posición social, por lo que sea que pueda conllevar segundas intenciones. Sabemos que nos lanzan mensajes, que son muy concretos, todo cuenta, y que muy posiblemente lo hagan para conseguir algo de nosotros. Joan Francesc Cánovas es experto en formación de portavoces políticos y empresarios y lleva 10 más de años en el sector. Su trabajo consiste en enseñar a la gente a convencer a los demás, técnicas para ganar una discusión y armas para defenderse de los ataques. ¿Podríamos aplicar estas técnicas –mucho más simples y menos turbias de lo que suenan– a la vida cotidiana y conseguir lo que quieras en el trabajo o con mis amigos?
Técnicas de negociación
Las discusiones surgen sin querer, a veces no puedes planearlas, pero saber llevar el asunto a tu terreno sin resultar obcecado ni dictatorial es la forma más efectiva de victoria y la que más te reconcilia con tu interlocutor. "Deja hablar al otro largo y tendido para que no solo exponga sus argumentos, sino que los gaste hasta que pierdan fuerza", explica Cánovas. Cuando eso pase, los tuyos parecerán más contundentes y tendrás tiempo de pensar mejor qué decir y cómo rebatir los suyos.
Otra táctica muy utilizada entre los políticos para llegar a acuerdos es centrarse en lo que les une a su "adversario", y no en lo que les diferencia. "Encuentra el punto de acuerdo con tu interlocutor, en lo que sí estáis de acuerdo, y agárrate a ello para mantener viva la negociación y poder llevarla sutilmente a tu terreno. Remarcar las diferencias solo te traerá desacuerdo", argumenta.
Cómo defenderte
Como experto en la formación de portavoces y comunicación de crisis, Joan Francesc Cánovas conoce muy bien cómo salir de situaciones en las que te ves acorralado. Sabe cómo puedes dar la mejor impresión aunque hayas metido la pata hasta el fondo, eso que todos quisiéramos hacer sin tener que recurrir a la mentira. Nos cuenta que existen varias formas de defenderse, todas igual de efectivas, pero con consecuencias distintas.
En primer lugar, el ataque. Eso que hace tanta gente y que, en general, no se ve como la mejor opción. "Mourinho es un gran ejemplo de este tipo de defensa. Antes de que alguien pudiera hacerle una pregunta entera, él ya tenía una contestación borde para darle. No resulta una persona agradable, pero sigue entrenando a grandes equipos, así que tan mal no le funciona".
En el extremo opuesto, Cánovas cita a Guardiola, el máximo representante de lo que él llama la 'humildad estratégica': Se trata de recurrir a la humildad en vez de ponerse a la defensiva, asumir la culpa o dar muchas explicaciones apelando a la sinceridad como valor. "Esta opción es la que yo siempre recomiendo sobre todo en situaciones de crisis o gran tensión, en las que no conviene echar leña al fuego, sino llamar a la tranquilidad. Dentro de esto se puede optar por varias técnicas, como entonar el mea culpa, justificarse dando explicaciones y aportar soluciones o hacerse el loco y asegurar que ya se está trabajando en ello. En los tres casos pedir perdón por adelantado es muy efectivo", dice Joan Francesc. Esta opción hace empatizar muchísimo más a la persona que te está atacando o pidiendo explicaciones y las disculpas, si son de corazón o se saben fingir muy bien, o son difíciles de condenar.
¿Y qué pasa cuando uno no está dispuesto a asumir la culpa en una discusión tensa? "En casos extremos yo siempre opto por la técnica de la corrección, porque transmite una gran seguridad. Amenazar con, por ejemplo, acudir a abogados o dejar la conversación, o incluso la relación, si no se consigue lo que se quiere, hace creer al otro que debemos estar muy seguros de la situación para ser capaces de llegar a ese punto", cuenta Cánovas. Se trata de marcarte un farol que puede dar resultados pero, ojo, deja un sabor de boca amargo. Si tienes sospechas que tu pareja te engaña y le pides explicaciones, es posible que el tema quede zanjado mucho antes si contraataca y asegura que te va a dejar si sigues desconfiando de él/ella, que si te pone una excusa cualquiera o se hace el loco.
Para proponer una idea
A menudo le das vueltas y vueltas a un tema y, a la hora de exponerle ese planazo a tus amigos o de pedirle un aumento a tu jefe, no tienes ni idea de por dónde empezar. Lo primero que nos aconseja es que nunca improvisemos. "La mejor improvisación es aquella que está muy preparada. Así que nunca vayas sin haber pensado antes, y muy bien, qué vas a decir y cómo. La clave es la estructura", sentencia Joan Francesc. Tu interlocutor tiene que notar que sabes de qué estás hablando. Alguien que se prepara lo que va a decirte da sensación de seguridad, alguien que te mira directamente transmite confianza y cercanía y quien te sonríe te traslada la sensación de que no va a hacerte daño. Cosas sencillas, pero en conjunto muy efectivas.
Pero lo importante es saber diferenciar la emoción que quieres que retenga tu interlocutor de ti en cada situación. Si vas a pedir un aumento, lo que quieres que tu jefe recuerde es que te lo mereces y, para eso, necesitas transmitirle profesionalidad y, sobre todo, seguridad en ti mismo. Si vas a proponerles un viaje en grupo a tus amigos, centra tu mensaje en lo emocionante que va a ser y lo bien que lo vais a pasar, y si quieres pedirle dinero a tu madre, necesitas que sienta pena por tu situación de precariedad y olvidar eso de que igual no se lo devuelves hasta dentro de un año.
En definitiva, el éxito solo es lograr, en parte, que los demás apoyen tus ideas y poder conseguir lo que humilde o ambiciosamente quieres. Después de todos estos consejos puedes convertirte en un maestro de la persuasión y la oratoria o volverte loco-paranoico analizando cómo intentan influirte los demás. Sea como sea, las de los políticos solo podrás verlas venir.