Sabes que no deberías escribirle, te dijiste que no le hablarías más, pero en un momento de soledad o borrachera o ambas la cagas con ese mensaje impulsivo del que te arrepientes incluso antes de mandarlo. La artista neoyorkina Hanny Ahern también lo ha vivido, y por eso ha colgado un número de móvil al que ahora puedes mandar esas frases venenosas o desesperadas para convertirlas en un ciclo artístico de SMS auto-reflexivos.
El peligro de la satisfacción inmediata
Escribirle un Whatsapp cabreado a tu jefe o decirle a tu ex que le echas de menos te puede parecer liberador y te ayuda a desahogarte, pero muchas veces estos mensajes son más fruto del calentón que de la reflexión. La prueba es que cuando los releemos nos queremos desintegrar, lo intentamos arreglar con más mensajes y se convierte en un círculo vicioso que Hanny empezó a solucionar mandándose a si misma los mensajes que no podía guardarse dentro. Así empezó su proyecto When I Think About You I Text Myself 'Cuando pienso en ti me escribo a mí mismo'.

Este proyecto se exhibió en la Bitforms Gallery en Nueva York dentro de la exposición Temporary Highs 'subidones temporales', que analiza como la estructura de Internet nos hace depender de estímulos rápidos e inmediatos. La relación entre una droga y un mensaje impulsivo es tan sencilla como que solo nos satisface a corto plazo y nos deja un bajón tremendo después de la experiencia. "Si nuestro smartphone nos causa enajenación, parálisis comunicativa y atontamiento, voy a retarlo a provocar emoción y creatividad. Si dependes de un mensaje para satisfacerte, dependes de un subidón incorpóreo" dice Hanny. Podríamos decir que el mecanismo de este proyecto es como el cigarrillo electrónico de la mensajería instantánea. Momentáneo, pero irreal.
Nuestras historias no son tan distintas
El sistema es el siguiente: tu SMS intensito se manda de forma anónima al número que facilita Hanny, y al cabo de tres, seis y 12 meses lo recibirás de nuevo en tu móvil para revisarlo y analizar tu cambio de perspectiva o estado de ánimo. Además, recibes una respuesta automática escrita por la artista que te motiva a expresarte al principio ella respondía los mensajes personalmente, pero el coste temporal y emocional era demasiado alto. De drama en drama, y tiro porque me toca.
"A veces pensaba que me escribía mi madre o mi ex. De hecho, nunca lo sabré, pero seguramente lo que veía era que todas nuestras historias no son tan distintas" le ha dicho a The Guardian. Muchos de los mensajes que ha recibido la artista en la primera etapa de este experimento son de personas que estaban intentando desengancharse de sus ex-parejas, secretamente enamorados de alguien, o sencillamente muy cabreados. La artista espera con ello invitar al auto-análisis y provocar comunicación auténtica y real entre las personas, más allá del momento ansioso en el que le damos a "enviar".