Sí, lo sabemos, llevas una semana que oyes hablar de poco más que del Quantitative Easing - o flexibilidad cuantitativa- del Banco Central Europeo y las elecciones griegas, pero es que afectarán y mucho al futuro de Europa, en general, y de España, también, en particular.
La pasada semana, Mario Draghi anunció que compraría la deuda de Europa por valor de 60.000 millones de euros cada mes a partir de marzo de 2015 y hasta septiembre de 2016. ¿Esto en qué se traduce? Es una inyección de dinero mensual que tiene como objetivo hacer que el crédito llegue no solo a las empresas, sino a las familias, de tal modo que poco a poco se pueda ir reactivando la economía.
¿Cómo se da este proceso?
Si las empresas obtienen financiación para seguir con sus proyectos o, simplemente, para empezar, es probable que tengan más oportunidades y músculo financiero y, por tanto, puedan contratar gente. Si se activan las contrataciones, el ciudadano tiene más liquidez y puede gastar más e, incluso con algo de suerte, ahorrar. Al menos si obtienen cierta seguridad pueden ir al banco a pedir un crédito, préstamo que ya sí debería llegar a las familias gracias a la inyección de dinero de Draghi.
¿Y en España?
Por el momento, el presidente del Banco de España, Luis María Linde, ya ha asegurado que este QE servirá para que se compren 100.000 millones de euros de deuda pública española hasta septiembre de 2016, según las estimaciones que se han hecho desde la propia entidad patria.
¿Es seguro?
¿Qué pasaría en caso de que tuvieran pérdidas? En economía y en los mercados nada es seguro, pero todo se puede intentar prevenir. Eso sí, desde el BCE ya se ha contado con un posible escenario adverso en el que en el caso de que estas operaciones generaran pérdidas derivadas serán los propios bancos centrales del país en cuestión los que asuman las pérdidas en un 80%. Lo que sí será compartido es el riesgo derivado de la compra de bonos de instituciones europeas y de los bonos soberanos del propio BCE.