Hay adolescentes que están vendiendo su cuerpo a cambio de comida

¿Qué harías tú si necesitaras conseguir comida para ti y tu familia y no tuvieras nada que ofrecer a cambio? No tenéis dinero, no tienes ni siquiera nada que vender. 

¿Qué harías tú si necesitaras conseguir comida para ti y tu familia y no tuvieras nada que ofrecer a cambio? No tenéis dinero, no tienes ni siquiera nada que vender. No tienes nada más que a ti mismo. Lo creas o no, muchas jóvenes estadounidenses en situación de inseguridad alimentaria están ofreciendo sexo a cambio de comida.

Según un estudio del think tank norteamericano Urban Institute, un preocupante número de adolescentes de entre 13 y 18 años de más de 10 ciudades de todo el país están vendiendo sus cuerpos, ellas, y robando o traficando con drogas, ellos, para tener algo que comer. El estudio tomó como grupo de estudio a 193 chicas de ciudades como Washington, Los Ángeles o Chicago que contaban la misma historia: estos adolescentes se ven obligados a hacer frente a su pobreza por sí solos. Los investigadores aseguran que este pequeño grupo constata una realidad mucho mayor.

Según el estudio, las autoridades de EE.UU prestan más atención y recursos a los niños que sufren pobreza y que están entre los 0 y 5 años, mientras que los adolescentes se tienen que apañar solos. Muchos prescinden de sus desayunos para que sus hermanos pequeños puedan cenar la noche anterior, faltan a las clases para poder asistir al colegio en verano, donde se incluye el comedor. Otros incluso llegan a cometer pequeños delitos para poder pasar una temporada en la cárcel y no suponer una carga para su familia, a la vez que ser alimentados regularmente.

Lo que más alarmó a los sociólogos, fue que el comportamiento de estos jóvenes no es en absoluto impulsivo ni desesperado, sino que actúan de una forma totalmente racional. Ante la desesperante situación familiar, ellos entienden que deben hacerse cargo de sí mismos e incluso de sus hermanos. Las chicas no aceptan dinero a cambio de sexo, solo alimentos o ser invitadas a comer o cenar como si de una cita corriente se tratara. De este modo, aseguran, no caen en la prostitución, sino en un intercambio racional y puntual.

"Incluso para mí, que he escuchado las historias de muchas mujeres durante mucho tiempo, lo que oí fue impactante. El nivel de desesperación que implica todo este fenómeno era algo nuevo y chocante", declaró la investigadora Susan Popkin para The Guardian. El grupo de investigadores esperan que su divulgación traiga mejoras en el Programa de Asistencia de Nutrición Suplementaria y esto suponga, de algún modo, una solución para este enorme problema.