Actitud Vs Aptitud, ¿Con Qué Se Quedan En El Trabajo?

Importa mucho el qué saben hacer pero como en todo en esta vida, el cómo se hacen las cosa es la clave del éxito, el valor diferencial.

La Aptitud es la capacidad de una persona para realizar adecuadamente una acción o tarea. Esta está estrechamente relacionada con la inteligencia y con las habilidades tanto innatas como adquiridas, fruto de un proceso de aprendizaje.

La Actitud, en cambio, es la forma de actuar de una persona, es decir, el comportamiento que emplea un individuo para hacer las labores.

A simple vista, parecen más valiosas las aptitudes, puesto que te dan la posesión de ciertos conocimientos indispensables para llevar a cabo un trabajo. Lo que si está claro es que para trabajar en cualquier puesto necesitas una serie de habilidades aprendidas que no todo el mundo desarrolla de la misma manera; existen ciertas personas que tienen el don especial de hacerlas mejor, verdaderos genios que son capaces de combinar aptitudes y obtener verdaderas facultades que sin duda le convertirán en el candidato idóneo para ciertos puestos de trabajo.

Sin embargo, me he encontrado en varios casos en los que he conocido genios desmotivados calentando sillas de oficina. Y es que la actitud frente al trabajo es lo que, en mi opinión, diferencia a un profesional de otro. Muchas aptitudes pueden ser adquiridas con una buena actitud, en cambio, la actitud en la mayoría de ocasiones es algo innato, forma parte de la personalidad y de la manera de ser de las personas.

Por lo tanto, si me preguntas, ¿eliges aptitud o actitud?, sin duda elijo ambas, pero le doy más importancia a la actitud. No cabe duda de que necesitas los conocimientos y habilidades para desarrollar cualquier trabajo, pero creo que lo que finalmente te hace decidirte por un candidato u otro a la hora de contratar a alguien es su actitud, su predisposición al trabajo, su capacidad por afrontar situaciones, su manera incluso de concebir la vida y de relacionarse con las personas.

He entrevistado a gente con buenas habilidades, aún por desarrollar, con una actitud envidiable frente al aprendizaje y al trabajo que han resultado ser mucho mejores profesionales que verdaderos gurús con dificultades de trabajo en equipo.

Además, algo muy importante que olvidan muchas empresas es que tenemos la suerte de poder incentivar la actitud de las personas que trabajan con nosotros. La motivación es el principal factor que mantiene o incluso mejora la actitud. Un trabajador motivado tanto con un sueldo acorde con su puesto de trabajo, formación y autoridad para tomar decisiones que le competen es el seguro de vida para tu empresa.

Por tanto, importa mucho el qué saben hacer, pero como en todo en esta vida, el cómo se hacen las cosas es la clave del éxito, el valor diferencial. Encuentra personas que sean válidas para tu empresa pero, sobre todo, que la enriquezcan. La actitud suele ser la responsable de un buen ambiente laboral, del compañerismo, de la resolución de problemas con rapidez, del compromiso y de la fidelidad hacia la empresa. Valores que no son tan fáciles de encontrar hoy en día.