Así eran las aberrantes orgías con famosos en la mansión de Playboy

La mansión de Playboy era escenario de orgías en las que no faltaban famosos, drogas y abusos de todo tipo.

¿Qué tienen en común Will Smith, Jack Nicholson, Woody Allen o Pamela Anderson? Pues, además de ser estrellas de Hollywood, todos ellos era asiduos participantes en las “noches de los cerdos”, las orgías para megafamosos que organizaba el fundador de Playboy, Hugh Hefner, en su mansión de Los Angeles.  Al menos así lo explican en un artículo de Playboy

Drogas y sexo sin protección

Se llamaban así porque básicamente consistían en juntar a las ‘conejitas’ y trabajadoras sexuales de alto standing con millonarios y megafamosos para que hicieran todas sus fantasías realidad sin tener que preocuparse por los paparazzi. Para que esto fuera más fácil, la metacualona, una potente droga sedante e hipnótica, era facilitada a las modelos de la mansión para que accedieran a realizar prácticas sexuales de alto riesgo. 

La información ha sido revelada por el portal de noticias TMZ que asegura que Hefner se limitaba a disfrutar de su condición de voyeur viendo el espectáculo y que, incluso, tenía cámaras escondidas por la mansión para grabar sin que sus invitados supieran nada al respecto. Unas grabaciones que el millonario editor no hubiera dudado en utilizar contra sus enemigos llegando el momento. 

Humillaciones, violencia y zoofilia

Una de las declaraciones más grotescas de una de las personas que participaron en esas orgías es la de la ex actriz porno, Linda Lovelace. Al parecer, se le exigió que le practicara sexo oral a un pastor alemán para el disfrute de los presentes. "Me sentí como un trozo de carne", declaró. Otra persona cercana a Hefner, su ex asistente personal, Stefan Tetenbaum, declaró que en ocasiones las prótesis de silicona de las modelos reventaban y eran enviadas a hospitales para luego ser sustituidas por nuevas modelos.

Todo esto sumado a la actitud tiránica y obsesiva de Hefner que obligaba a las modelos a competir por sus favores y que monitoreaba todos los movimientos de las mismas en la mansión, convertía la lujosa propiedad en una verdadera cárcel. Por suerte, tras fallecer Hefner a los 91 años la mansión se vendió al vecino de este, el empresario Daren Metropoulos, que puso fin a décadas de violaciones, abusos, excesos y demás atrocidades que, por fin, salen a la luz.