6 Razones Por Las Que Los Empleados Esconden Sus Problemas Mentales

¿Por qué algunos empleados ocultan en sus empresas sus problemas con la salud mental? A continuación os indicamos las principales causas.

Hace escasas semanas nos sacudió contundentemente la noticia de la catástrofe de Germanwings. Una tragedia devastadora desde el principio que se volvió cada vez más oscura a medida que los medios de comunicación informaban al mundo entero. El protagonista del suceso fue Andreas Lubitz, al convertirse oficialmente en el artífice deliberado del desastre. El copiloto sufría una depresión, o así informaban la mayoría de medios entre noticias y rumores. Pese a que Lubitz había superado todos los tests técnicos y psicológicos, es obvio que padecía problemas emocionales sin resolver y que aparentemente la empresa lo desconocía por completo. Dejando claro que bajo ninguna circunstancia una depresión puede llevar a un homicidio como intentó decir el Fiscal y presuponiendo que debía tener algún tipo trastorno mental todavía desconocido.

Se abrió un debate: ¿por qué algunos empleados ocultan en sus empresas sus problemas con la salud mental? A continuación os indicamos las principales causas; todas ellas tienen orígenes diferentes pero se cruzan entre sí "retroalimentando" los temores y angustia de los que las padecen.

Exclusión social

Cualquier enfermedad mental conlleva una lacra social: el rechazo. Esto se debe a que poco conocemos de la mayoría de enfermedades psicológicas; las asociamos a psiquiatras, locura, desvaríos, fármacos, etc. Sin embargo, 1 de 4 cuatro personas padece o ha padecido una enfermedad psicológica, por lo que, esto es estadística pura, hemos convivido con muchos enfermos mentales y ni nos hemos enterado. Hay un claro estigma hacia estas personas y, como la mayoría de rechazos, surge por la falta de conocimiento e información al respecto.


Discriminación profesional

Tanto si queremos acceder a un puesto de trabajo como si ya lo tenemos, informar de que padecemos una enfermedad mental probablemente supondrá rechazo en la empresa. En el primer caso, ¿por qué contratar a un enfermo si podemos optar por alguien sano? En el segundo, el puesto de trabajo corre peligro. Una persona diagnosticada con una enfermedad mental temerá que se le cierren las puertas en las empresas si informa de su situación.


Rechazo personal

Lo mismo sucede en el día a día de estas personas, en su ámbito íntimo. Amigos, parejas y familiares juegan un papel fundamental en la vida de una persona que sufre una enfermedad mental. Estos pueden suponer el punto de inflexión entre la mejora o el empeoramiento en su enfermedad. Si en el ámbito privado la persona se enfrenta al rechazo o incomprensión de sus seres queridos, mayor será la barrera de informar a la empresa y sus compañeros.


Caída de rango

En los casos en los que los enfermos mentales tengan una determinada responsabilidad o estatus profesional dentro de la compañía, el miedo a informar de ello es todavía mayor. No solo porque ven peligrar su puesto, sino por las consecuencias que ello genera a su autoestima, a su estilo de vida, a su familia, etc.


Costes

Afortunadamente, en España gozamos de cada vez más lamentable seguridad social; sin embargo, poco parece que haya evolucionado el tratamiento que de momento se rige por un cúmulo de recetas y pastillas... sin mucha investigación más de trasfondo emocional. Y peor lo tienen los que viven en otros países, donde la sanidad es privada, pero, ¿concederían un seguro sanitario a una persona con tendencias suicidas o con esquizofrenia? Desafortunadamente, esa enfermedad que ellos no han elegido les supone un freno más incluso para poder hacer una vida "normal" y tener unas condiciones sanitarias adecuadas.


Miedo

Todas las anteriores se rigen a través de esta última: el miedo. La incertidumbre que se le genera a alguien que padece una enfermedad desconocida y nueva para él mismo y para su entorno. ¿Cómo decirle a tu pareja que te han detectado una enfermedad mental y que todo siga igual?


Con todo esto, creemos que es importantísimo normalizar estas enfermedades que conviven con nosotros a diario. Porque al fin y al cabo las personas que las padecen no lo eligen, ni reciben la ayuda ni el apoyo suficientes. Hay enfermedades mentales como la ansiedad, depresión o bipolaridad que, gestionadas adecuadamente, pueden permitir llevar al paciente una vida prácticamente normal.

Las empresas, la familia, los amigos, así como las entes públicas, deberían tenderles puentes para colaborar en su mejora. Necesitamos entender cómo viven, saber que en la mayoría de casos con sencillos tratamientos pueden hacer una vida perfectamente normal. Las enfermedades mentales ya son lo suficientemente duras para el que las padece para que se le sumen problemas y situaciones desagradables ajenas a la enfermedad. Evolucionemos y acabemos ya con el estigma del trastorno mental.