4 Formas De Emprender Que Te Enseñarán Más Que La Universidad

No es casual que en Estados Unidos y en España también, los principales y más reconocidos emprendedores tengan en común el abandono de la Universidad o que ni siquiera llegaran a pisarla.

Sin duda, para muchos de nosotros la etapa universitaria ha sido una de las mejores de nuestra vida. Amigos, la mayoría de edad, fiestas, contactos, viajar y aprender algo o al menos se debería son algunos de los términos a los que asociamos nuestro paso por la Universidad.

Pero más allá de lo humano y lo divino, debemos preguntarnos si hoy día las universidades están preparadas realmente para aportarnos valor y conocimientos reales para poder emprender, crear un negocio o una idea que podamos desarrollar y sobrevivir con ella.

A pesar de que los movimientos y la filosofía de los emprendedores y las start ups están creciendo en España, bien es cierto que no existe un claro apoyo a estos, sino más bien situaciones de marketing y cartón piedra; a diferencia de otros países, donde el emprendimiento es obligatorio en la docencia desde pequeños e incluso existen grados y másteres académicos enfocados en estos temas. Además de ello, son estos lugares de la sabiduría y conocimiento las universidades donde se debería crear un ecosistema que facilite el emprendimiento y la libertad, y no un lugar cerrado, poco flexible, anclado en el pasado y donde destruye la creatividad.

No es casual que en Estados Unidos y en España también, los principales y más reconocidos emprendedores tengan en común el abandono de la Universidad o que ni siquiera llegaran a pisarla, en busca de sus sueños y de la ejecución de sus ideas. Vamos a ver algunos casos en los que crear un negocio enseña más que estudiar papeles en la Uni:

Una visión más realista

Uno de los lemas de los emprendedores es “ganar o aprender”, dejando de manifiesto que el fracaso en la constitución de una empresa es una de las mejores formas de aprender de los negocios, de la vida y del conocimiento. En la universidad están anclados en los viejos papeles, viejos modelos y teoría, mientras que levantar una idea es el mejor ejemplo de crecimiento personal y social. Y no solo nos referimos a la “burrocracia empedernida”, que es un suplicio, sino a la búsqueda de recursos, financiación, clientes, proveedores, contactos, publicidad…. Solo en ese proceso, deberían darnos dos carreras y tres másteres. Y si nos sale bien, la matrícula.


Creces, aprendes

Como decíamos anteriormente, el hecho de no contar posiblemente con conocimientos, aunque sean teóricos, de gestión, empresa o negocios, hace por una parte que seas tú mismo y partas de la base de que puedes empezar, caer, hacerlo mal… y la mejor satisfacción es ganar. El mundo real te obliga y te enseña a buscarte tus propias habichuelas, aprender a negociar con todo tipo de gente,  a saber vender, a esforzarte y a darlo todo por tu idea, por tu proyecto. La universidad puede dar cursos, que aunque útiles, teóricos y difíciles de conectar con la realidad.


Profundizar

Una de las mejores cosas que debe aprender a hacer un emprendedor es a ser un experto en aquellos temas que tiene que manejar y controlar bien, y además, sin agobiarse. Necesitas ser a la vez tu secretario, tu jefe, tu director de finanzas, jefe de operaciones, comercial y de todo un poco. Necesitarás ser, además, creativo, paciente y estructurado para que las cosas salgan bien. Incluso, te darás cuenta de que no puedes seleccionar al principio más gente, ya que la idea y el proyecto es tuyo, lo conoces bien y dudas que otros puedan unirse hasta ver resultados.


Madurar, enseñar

Crear tu propio negocio, como hemos detallado más arriba, es madurar en cuanto a trabajos, destrezas y conocimientos que hay que, no tener, pero sí desarrollar. Además, es más que posible que tu experiencia pueda servir a otros compañeros/amigos/conocidos a desarrollar su propio negocio, su propio proyecto, a que enseñes más que la propia universidad.


Y estos eran algunos ejemplos de por qué la universidad pierde relevancia cuando se trata de emprendimiento, ya que jugar a construir cuando eres muy joven, a organizarte, a gestionar tu dinero, a negociar, a crecer, a dedicarte a tu proyecto puede aportarte mucho más que leer unos papeles y asistir a un centro.