Violaciones, secuestros y crímenes de guerra a diario. Esta ha sido la realidad en algunas zonas de Colombia afectadas por la guerrilla desde hace 50 años. Pero, al fin, las FARC y el gobierno colombiano parecen haber llegado a un acuerdo supuestamente definitivo para acabar con el enquistado enfrentamiento que solo traía tormento a la población. A principios de esta semana, el líder guerrillero Timoleón Jiménez, conocido como Timochenko, y el presidente de Colombia Juan Manuel Santos, han firmado en La Habana el fin de la violencia. Estas son las claves que esbozan cómo se ha llegado hasta aquí.
¿Cómo empezó todo?
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC han llegado a ser el terror de la población. Sin embargo, nacieron con un ideal revolucionario en manos de unos campesinos hastiados de la represión del gobierno conservador. En los años 60 se vivía en Colombia una época de grandes desigualdades y miseria tras La Violencia un período largo y sangriento de enfrentamiento entre liberales y conservadores que sacudió el país durante casi 20 años, y un pequeño destacamento en las montañas que se resistía a desarmarse se convertiría en la mayor guerrilla de la historia del país.

Liderado por el mítico Manuel Marulanda, alias 'Tirofijo', este grupo de campesinos con tendencia liberal por oposición a la represión del gobierno conservador se unió a otros destacamentos tras ser bombardeado su asentamiento y crearon las FARC. Todo esto hay que situarlo en el contexto de la Guerra Fría se vivía la enorme tensión entre URSS y EEUU, así que el ambiente ya estaba caldeado cuando se trataba de fundar grupos marxistas-leninistas en contra del imperialismo.
Las FARC se propusieron como objetivo explícito la toma del poder en los 80, cuando pasaron a llamarse FARC-EP Ejército del Pueblo, y la aparición de grupos paramilitares de derecha apoyados en ocasiones por el gobierno no hizo sino agrandar la violencia del conflicto. Ambos lados han llevado a cabo masacres y violaciones de los derechos humanos durante años, de forma que la mayoría de las víctimas de la situación han sido civiles.
¿Por qué ha tardado tanto en llegar la paz?
No es que no se haya intentado. En 1984 tuvieron lugar las primeras negociaciones con el gobierno del entonces presidente Belisario Betancourt, y las FARC se comprometieron a suspender sus secuestros formando el movimiento político Unión Popular. Sin embargo, el asesinato, tres años más tarde, de más de 3.500 miembros de la UP se consideró un "exterminio" por parte del gobierno que rompió toda negociación.

Además de no llegar a acuerdos con las autoridades, los medios que utilizan las FARC para financiarse las han llevado ser consideradas internacionalmente como una organización criminal terrorista. Han empleado hasta la saciedad el secuestro extorsivo como fuente de ingresos. El estudio Una verdad secuestrada, publicado en 2013, calculaba que las FARC eran responsables del 37% de los casi 40.000 secuestros producidos entre 1970 y 2010 en Colombia. En los años 80 la organización empezó a crear vínculos con el narcotráfico, lo cual les trajo todavía más descrédito y pérdida de apoyo internacional.
A todo esto, las circunstancias sociales y económicas no ayudaban a que las partes se pusieran de acuerdo. La falta de empleo y oportunidades, la desigualdad, la injusticia social; la falta de tolerancia y la corrupción son algunos de los factores que han incentivado esta disputa y han alejado a Colombia de la deseada paz.
¿Cómo ha terminado?
No hay salida perfecta a un conflicto tan largo y de tal complejidad. José Miguel Vivanco, director para las Américas de la organización Human Rights Watch, ha declarado a la José Miguel Vivanco que el pacto, aunque es una oportunidad para la paz, le concede excesiva impunidad a muchos criminales de guerra. Esta ONG considera que castigar a algunos de ellos solamente a realizar servicios para la comunidad es "grotescamente desproporcionado". El expresidente de Colombia Álvaro Uribe -ahora senador- también se opone a los términos del acuerdo por razones similares: básicamente les parece una vergüenza que se vayan "de rositas" aquellos que se consideran terroristas.
Las huellas de esta guerra en la sociedad colombiana son profundas. Más de 260.000 muertos, decenas de miles de desaparecidos, casi siete millones de desplazados, violaciones, secuestros e incontables tragedias personales dejan una estela de dolor que no se va a borrar fácilmente.
Según el acuerdo firmado, las FARC tendrán 180 días para desmilitarizarse totalmente, y las armas se guardarán bajo llave compartida entre esta organización y la ONU. Los guerrilleros que hayan cometido delitos tales como secuestro, masacres, violación y otros crímenes de guerra y lesa humanidad, recibirán condenas que dependerán de cómo y cuándo confiesen, enfrentándose a penas de entre 5 y 20 años de cárcel.
¿Y ahora, qué?
Los colombianos podrán decidir si apoyan esta nueva situación el próximo 2 de octubre, cuando se someterá a aprobación popular en un plebiscito el documento pactado, de casi 300 páginas. Recordemos que no estarán votando a favor o en contra de la paz, sino del contenido del acuerdo.
Y ahora las FARC entrarán en política por la puerta grande, lo cual también tiene sus detractores. La "dejación de armas", como se menciona en el acuerdo, vendrá seguida de la inclusión del grupo en la arena política: el movimiento recibirá cerca de 2,4 millones de dólares del estado para fundar un partido y hacer campaña.
Mientras tanto, en Colombia sigue activa la guerrilla llamada Ejército de Liberación Nacional ELN y diversos grupos neoparamilitares. Entre celebraciones por la soñada paz, no es de extrañar que algunos colombianos, aunque aliviados por la posibilidad librarse del lastre de una guerra infinita, no vean este pacto como el fin definitivo de la violencia.
