"Nunca pensé que llegaría a los 20", explica Aleixo Paz, conocido como El niño de fuego. Cuando tenía 8 años se quemó el 90% de su cuerpo en un accidente con el camión que conducía su padre. Desde entonces, más de 40 operaciones para sobrevivir a unas heridas que la mitad de los pacientes no superan. Ahora cuenta su historia en El niño de fuego, un documental estrenado en Movistar Plus donde el director, Ignacio Acconcia, le acompaña durante cinco años de su vida.
"Yo iba durmiendo en la parte de atrás del camión y recuerdo el impacto del accidente, el ruido, y luego a mi padre que me cogió y me sacó de allí”, explica. Con casi todo el cuerpo quemado por la explosión del gasoil que transportaban, lo evacuaron en helicóptero a la Unidad de Quemados del Hospital Vall d’Hebron, de Barcelona. Lo ingresaron en la UCI con pocas previsiones de supervivencia. "Al llegar al hospital no daban nada por mí”, y las complicaciones eran constantes: quistes en el estómago, paros cardíacos, “estuve un año y un par de meses sin salir a la calle. Lo único bueno era la familia que hice: los enfermeros que estuvieron conmigo. Les di unos sustos…".
Y aunque ahora está mucho mejor, sigue dependiendo de los médicos, una dependencia que lo acompañará toda la vida. "Al crecer, como la piel no se estira se me hacen úlceras, heridas que hay que cerrar porque si no se infectan. Y me pegan la bronca porque no siempre me pongo las cremas o me tomo los medicamentos, pero es que estoy harto", añade.
El documental no solo aborda las heridas físicas, también las emocionales. "No me considero un ejemplo de nada. Yo aguanto lo que me ha tocado", cuenta Aleixo Paz, negando del discurso de superación que se suele hacer en estos casos. Él no lucha por vivir, él vive luchando, que es muy diferente. De hecho, él cree que cuando muera será más feliz: "El día que llegue la hora me hará más feliz que joderme, es así. Mi familia lo sabe y llevan años esperando a que cambie de opinión, pero tengo 20 y sigo igual". No quiere ni que lo glorifiquen ni que se compadezcan de él, simplemente es una persona con quemaduras, ni más, ni menos.
Gran parte de su negatividad también viene de que se le ha negado un lugar en la sociedad a base de burlas e insultos por sus quemaduras: "no quiere que le vean", cuenta su madre en el documental. "Y no solo a mí, ¿eh? toda la gente como yo estamos acostumbrados, no nos van a tratar bien, ¿no?", añade él, recordando el bullying, en el que cualquier motivo de burla es bueno, "y si esto viene de un niño, lo entiendes, pero no siempre son niños. Si estoy vivo es por la rabia, es lo que me ha hecho aguantar: apretar los dientes. Rabia contra el mundo, aunque luego te das cuenta de que es rabia contra ti mismo, por perder la esencia de quien eras, por dejarte decir que no puedes". Ahora usa el rap para desahogarse, una de sus pasiones y que lo animan a vivir el día a día. Porque no tiene planes de futuro, se limita a “seguir adelante”. Sin más intención que aguantar de la forma más digna lo que le quede de vida, sea mucho o poco.