El caso ha mantenido en vilo a la sociedad estadounidense los dos últimos meses. Michelle Carter se enfrentaba, desde junio, a la justicia por animar a su novio a quitarse la vida. En primera instancia fue condenada a cumplir dos años y medio de cárcel, pero hasta ahora no se ha sabido la sentencia definitiva: finalmente, el juez ha dictaminado 15 meses de prisión y un periodo posterior de libertad vigilada, como castigo por enviar varios sms a su pareja, Conrad Roy, en los que le incitaba a suicidarse, hecho que ocurrió el 12 de junio de 2014.

"Vas a ir al cielo. No más dolor. Está bien tener miedo y es normal: estás a punto de morir". “Simplemente, tienes que hacerlo. Dijiste que lo ibas a hacer. O sea, no entiendo por qué no lo haces”. "Aquí no eres feliz y jamás lo serás. En el cielo sí que serás feliz. Simplemente, hazlo". Estos son solo tres ejemplos de los textos que Carter envió a su novio. Ella tenía entonces 17 años; él, 18. Su historia se saldó la tarde en la que Conrad cogió su coche, entró en el aparcamiento de un supermercado y colocó la salida de una bomba de gas dentro de su vehículo. Aunque el miedo a morir le llevó a salir apresuradamente del coche, su novia le urgió –por teléfono– a volver a entrar, según la Fiscalía. Y así terminó el suceso, con la muerte prematura del chico por inhalación de monóxido de carbono.
Todos esos mensajes y llamadas han sido usados como argumento por la acusación, contestada por una defensa que se ha afanado por demostrar que Michelle tiene serios desequilibrios mentales y que Roy ya arrastraba por entonces un cuadro de depresión y tendencia al suicidio. Pero el tribunal ha declarado culpable a la joven, prohibiéndole además que se beneficie de su historia, en un futuro, con una posible participación en una película o con la publicación de un libro sobre los hechos.