Su nombre es Francisco Nicolás Gómez Iglesias. Quizás te sea más familiar el alias que le han adjudicado los medios de comunicación: el pequeño Nicolás buena forma de empapar de ternura el nombre de un delincuente.
Como ya sabréis se trata de un estudiante de derecho que con 20 años y una cara de lo más angelical fue detenido acusado de estafa, falsedad documental y suplantación de identidad. Durante años se había estado labrando una falsa identidad haciéndose pasar por un empresario de éxito, un representante de la Moncloa y la Casa Real e incluso hasta por un agente del CNI.
La verdad que se esconde detrás del pequeño Nicolás todavía no ha salido del todo a la luz. Aún no se sabe si estamos ante el caso de un joven estafador descerebrado que se dejó llevar por las mieles del éxito y el glamour o un títere de alguien que habita en las altas esferas de la política. Es decir, no sabemos si se trata de un cabroncete o de si el tal Nicolás actuaba bajo las órdenes de un cabrón con mayúsculas.
De todos modos, de todo este extravagante caso hay por lo menos diez lecciones que podemos extraer y aplicar al cada vez más caníbal mundo de los negocios.
1. Echarle morro a la vida te abrirá muchas puertas. Muchas veces nos obsesionamos con qué pensarán de nosotros, en no hacer el ridículo o en no defraudar a los demás, cuando en verdad tener jeta puede hacernos casi imparables. Fijaos en el pequeño Nicolás: llegó incluso hasta la proclamación de Felipe VI.
2. Da igual lo que digan: la presencia importa. El pequeño Nicolás lo sabía y lo aplicaba a la perfección. Por eso acudía al encuentro con posibles inversores en coches de alta gama que alquilaba y después devolvía y vestido con los mejores trajes, o hacía pasar como suya una casa de lujo.
3. Vender éxito te trae éxito. Cree en ti. Su estrategia era transmitir una imagen de persona exitosa y así conseguía rodearse de personas de éxito de las que se aprovechaba.
4. Mentir no siempre es pecado. A veces una mentirijilla puede irte de lo más bien. No nos referimos a inventarte una identidad falsa, como es el caso, pero obviar algunas cosas de la realidad por ejemplo, que tu inglés no sea de Oxford puede facilitarte tu carrera.
5. No dejes que el éxito te haga perder el norte. Ser ambicioso es bueno, pero serlo en exceso puede traerte problemas. El pequeño Nicolás no se conformaba con sus primeros chanchullos y apuntaba cada vez más alto por ejemplo, a la Familia Real, lo que le acabó pasando una importante factura: ser detenido.
6. Una imagen vale más que mil palabras. Las credenciales del pequeño Nicolás eran casi siempre fotos que se había tomado por casualidad con políticos y grandes empresarios. Como se suele decir, a veces no importa lo que sepas, sino lo que puedas demostrar.
7. Los favores se pagan con favores. Ten contenta a la gente que te rodea, sé detallista y muéstrate como alguien en quien pueden confiar. Cuando tú los necesites, estarán casi obligados a estar ahí para echarte un cable.
8. Ten contactos. Muchos contactos. En todas partes. Conocer al amigo de la amiga del primo es más importante de lo que parece. Te permitirán colarte hasta en la Moncloa.
9. ¡Disfruta de la vida mientras puedas! Sin duda, el pequeño Nicolás lo ha hecho. Prueba de ello son las numerosas fotos en las que aparece de farra loca, rodeado de mujeres y bebiendo del mejor champán.
10. No pienses que todo el mundo es gilipollas ni te creas más listo que nadie. Esa fue quizás la clave de la caída del pequeño y gran cabroncito Nicolás. Pensó que lograría burlar las medidas de seguridad y colarse en una fiesta organizada por la embajada de los Estados Unidos y ahí ya la cagó. Moraleja: no subestimes siempre a tu rival porque puede ser mejor que tú.
Créditos de la imagen: elconfidencialdigital.com