Ruinas, muerte y preservativos antirradiación: el ‘turismo postapocalíptico’ despega en Chernóbil

El gobierno de Ucrania patrocina desde 2010 los viajes a la zona afectada por la peor crisis nuclear de la historia hasta Fukushima

Caminar por enormes explanadas depobladas, pasear por las casas abandonadas de los habitantes de Chernóbil, experimentar en tu propia carne cómo quedó la central nuclear después de estallar su reactor central el 26 de abril de 1986. El accidente nuclear despierta terror y pasión, pero es uno de los acontecimientos más terribles de la historia moderna y así lo promociona el gobierno de Ucrania que, desde 2010, tiene abierta al turismo la zona de Chernóbil y alrededores, según cuenta un artículo de eldiario.es.

"Te sientes como la última persona de la Tierra. Deambulas por caminos, ciudades, pueblos vacíos. Es una sensación mágica", indicó un visitante a la revista National Geographic, citado por eldiario.es. Conocer de primera mano cómo puede afectar la radiación a una zona la muerte total es interesante, en especial para quienes están más interesados en la historia y les gusta visitar lugares como Auschwitz. Pero la forma que tiene de expresarse Ucrania, que busca como sea convertir Chernóbil en un destino turístico de masas, roza el humor negro.

Hay empresas que ofrecen un pack completo para visitar "un mundo postapocalíptico". Según cuenta el artículo, que incluye mascarilla, dosímetro y visita incluida a las abuelitas de Chernóbil, porque entre los escombros todavía viven unos 150 ancianos que se niegan a abandonar sus casas. Hay también “tiendas de recuerdos que venden imanes que brillan en la oscuridad, bolígrafos e incluso preservativos con el signo radiactivo en ellos”. Esto último hace referencia, de forma tosca, a que la radiación era tremendamente peligrosa para los fetos. Es un tour en toda regla como si se tratara de una visita a la Torre Eiffel o al Coliseo de Roma.

El área conocida como "la zona" tiene 30 kilómetros de diámetro y hasta 2010 era prácticamente imposible de visitar y solo unos pocos profesionales con permisos expresos del gobierno de Ucrania podían entrar allí. Pese a la apertura, todavía hay limitaciones, pero algunos grupos de turistas se saltan la normativa y siguen a guías locales conocidos como "stalkers [personas que se cuelan en la zona en busca de 'tesoros' radioactivos] recorren cientos de kilómetros por vegetación irradiada, duermen en cobertizos abandonados y contemplan el amanecer sobre la ciudad de Prípiat", explica el reportaje de eldiario.es.

Como es habitual, la mercantilización de las experiencias que un día fueron tan traumáticas nos coloca ante la disyuntiva de si realmente estas visitas nos acercan a los acontecimientos históricos o si lo que queremos es saciar un morbo insano de revivir el terror por el que han pasado otras personas antes que nosotros. Es imprescindible que nos interesemos por nuestra Historia, por los acontecimientos que han marcado a las generaciones que nos preceden para no repetir errores, pero sobre todo debemos acercarnos a ella con respeto. Así que si el boom de la miniserie de HBO sobre la catástrofe nuclear te despierta el interés por ir a conocer el lugar en tu propia piel, sigue las normas y no busques más adrenalina de la que ya te da saber todo el dolor que contiene ese perímetro de 30 kilómetros.