Se acerca el verano y con él las ganas de viajar. Te pasas el día pensando en tu próxima escapada, en las ganas que tienes de huir de la rutina, de desaparecer. Las webs de vuelos low cost están a petar. Y es que todos saben que a los mileniales nos encanta ver mundo. Muchos dicen que somos unos inquietos, que nuestras ansias de aventuras son demasiado elevadas o incluso que no sabemos que para ganarse la vida hay que sudar la gota gorda. Pero, ¿cómo te quedas si te digo que están equivocados? En realidad, existen numerosas investigaciones científicas que demuestran que viajar no solamente es un capricho de nuestra generación sino que es algo muy positivo para tu salud mental y tu bienestar físico.
De entrada, uno de los beneficios primordiales de viajar es que puede ser una forma eficaz para combatir el estrés. Según un estudio reciente de la American Psychological Association, está demostrado que viajar con frecuencia te puede ayudar a manejar el estrés del día a día ya que te puede sacar de situaciones y entornos agobiantes por una temporada. Te da tiempo para evadirte de la realidad, obtener una perspectiva nueva y reconectar contigo mismo. Si tienes un jefe asfixiante o llevas meses de trabajo intenso, una escapada de todo ese abatimiento podría ser justo lo que necesitas. No se trata de evitar tus problemas sino de darte cuenta de lo que tu cuerpo necesita.
Además de ayudarte a combatir tus angustias, viajar te ayuda a desarrollar la empatía. Lo que significa que ver y conocer otras culturas te enseñará a entender a los demás a pesar de vuestras diferencias, ampliar tu perspectiva del mundo y abrir tu mente a nuevas formas de pensar. De hecho, está comprobado que viajar también puede aumentar la creatividad. Según la revista The Atlantic, "viajar puede, literalmente, transformar tu salud mental al cambiar la manera en que tus caminos neuronales se conectan entre sí, lo que te lleva a nuevos pensamientos, sentimientos e ideas mientras estás en el extranjero".
Los expertos consultados por la publicación aclaran que las vías neuronales están influenciadas por nuestro entorno y nuestros hábitos, lo que significa que también son sensibles al cambio: nuevos sonidos, olores, idiomas, sabores, sensaciones y vistas desencadenan diferentes sinapsis en el cerebro y pueden tener el potencial de revitalizar la mente. Sin embargo, la clave está en sumergirse verdaderamente en una cultura diferente, en lugar de simplemente caminar en una visita guiada para después volver a la comodidad de tu hotel. Sé intrépido/a e involúcrate en el entorno local. Visto lo visto, los jóvenes no vamos mal encaminados. Nuestra creencia de que el poder de viajar y adquirir experiencias es mejor que acumular bienes materiales para ser felices es científicamente cierta.