7 Lugares Para Ver Las Puestas De Sol Más Increíbles

¿Por qué algo que se repite todos los días nos resulta tan magnético? Supongo que porque cada puesta de sol es única: todas son iguales de algún modo y diferentes en otros mil. Aquí tienes los mejores lugares de la península para disfrutarlos. Aunque

¿Por qué algo que se repite todos los días nos resulta tan magnético? Supongo que porque cada puesta de sol es única: todas son iguales de algún modo y diferentes en otros mil. Aquí tienes los mejores lugares de la península para disfrutarlos. Aunque la mejor depende de ti, de la compañía que tengas, del momento en el que estés, de la reflexión que te evoque o de la inspiración que te transmita.

Cova D'en Xoroi, Menorca

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Esta cueva ha sido literalmente excavada en un acantilado de vértigo. Desde hace años la Cova D'en Xoroi, en la Cala'n Porter, es uno de los puntos más míticos para disfrutar de una puesta de sol. Y si le alarga la cosa, no pasa nada: porque por la noche la terraza se convierte en discoteca. Cuenta la leyenda que la cueva era la guarida de un náufrago, un pirata llamado Xoroi que se enamoró de una joven que estaba a punto de casarse. Al ser descubiertos, ya sin escapatoria, se lanzaron al mar y desaparecieron para siempre.


Cabo de Palos, Murcia

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No hay demasiados lugares en el mundo que puedan presumir de tener dos mares. Es el caso de La Manga: a un lado está el Mar Mediterráneo y al otro el Mar Menor. Dos mares separados por una delgada lengua de tierra que nace en Cabo de Palos y que se pierde en el horizonte. Las mejores vistas del atardecer allí las lograréis desde lo alto del faro a unos 80 metros sobre el nivel del mar. Y a vuestros pies, un impresionante acantilado quita la respiración.


Templo de Debod, Madrid

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Hace medio siglo, cuando el Templo de Debod todavía se encontraba a orillas del Nilo en Egipto, nadie se paraba allí para ver el atardecer. Ahora es típico que lleguen curiosos de todo el mundo, mantel de cuadros en mano, para ver un espectáculo como pocos. El momento álgido se produce cuando el sol tiñe de naranja las milenarias paredes del templo y la bola de fuego se refleja en el agua.


Costa oeste de Ibiza

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Aunque hay cientos de calas en Ibiza desde donde deleitarse con una puesta de sol, el lugar más conocido es el Café del Mar de la Bahía de San Antonio. Pero no vale la pena. Está masificado, es casi misión imposible pedir una consumición y lo único que les va es el postureo. Como os decía, hay otros muchos rincones donde disfrutar del ocaso, sobre todo en la costa oeste de la isla: Cala Benirràs, Comte, Las Salinas o Punta Galera.


Finisterre, A Coruña

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Si queréis disfrutar de una puesta de sol en el mismísimo fin del mundo, debéis viajar hasta el Cabo de Finisterre, en A Coruña. Cuando se creía que la Tierra era cuadrada, Finisterre era el final. Y ahora, que sabemos que en realidad es redonda, da lo mismo: sigue pareciéndonos el fin. Subirse a un peñasco y mirar al horizonte es como mirar al infinito: estaréis rodeados de mar por los cuatro costados y da la sensación de que el sol va a desaparecer para siempre.


Marismas del Rocío, Huelva

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En el Parque Natural de Doñana se encuentra uno de mis atardeceres favoritos: el de las Marismas del Rocío, en Huelva. Este lugar es la casa de cientos de aves y otras tantas especies, que viven a su antojo en un auténtico paraíso animal. Imaginad la estampa: El cielo color rojizo se refleja en el agua de las marismas mientras se escucha el canto de las aves.


Desembocadura del Tajo, Lisboa

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Al final de su camino el Tajo se convierte en un enorme estuario en el que faenan decenas de pescadores a diario. Ese es precisamente uno de los encantos de ver la puesta de sol en su desembocadura. Las vistas son magnéticas y, aunque el sol puede llegar a ser cegador, os daréis cuenta de que no exagero. Mi consejo es que os vayáis al Puente Vasco de Gama y no perdáis detalle.