¿Vivir para trabajar o trabajar para vivir?

La disyuntiva entre si es mejor ponderar el trabajo o disfrutar más del tiempo libre y la vida social depende de varios factores como la edad, la experiencia y las inquietudes de cada uno.

No tener trabajo es un gran problema, en eso estaremos todos más o menos de acuerdo. Pero cuidado, porque a veces tenerlo también puede llegarlo si no eres capaz de desprenderte de la absorción que este puede suponer. Y es que uno de los problemas laborales de la actualidad es el tiempo efectivo que dedicamos a nuestro trabajo, y la imposibilidad de compaginarlo con nuestra vida personal y social.

La disyuntiva entre si es mejor ponderar el trabajo o disfrutar más del tiempo libre y la vida social depende de varios factores como la edad, la experiencia y las inquietudes de cada uno.

Es mejor trabajar más

Dependiendo de lo que queramos, el trabajo dignifica, y si lo llevamos bien y estamos a gusto no nos debe importar pasar varias horas al día en el curro. Aunque, siendo jóvenes, a todos nos gusta la fiesta y cualquier sarao, ya que esta es una etapa donde debemos tener muy claro lo que queremos ser en el futuro, y cuanto más rápido, mejor. Enrocarnos en el trabajo puede ayudar, aparte de lo citado anteriormente, a ascender y prosperar, ya sea en nuestra empresa o con movilidad hacia otra.

Asimismo, dedicarnos en cuerpo y alma al trabajo permite que adquiramos unos conocimientos incalculables que difícilmente podríamos aprender sin trabajar no valen estudios reglados.

Por el contrario, si nos dedicamos enteramente a la buena vida, no solo podemos perder tiempo y dinero digámoslo claro, salir siempre es caro, más caro que estarse quitecito y trabajando, podemos llegar a perder la oportunidad de nuestra vida. En el trabajo, al igual que fuera de él, podemos establecer relaciones fuertes con los compañeros y amigos que permitan dejar un poco de lado la vida social.

Sería bueno, como dicen, que dedicáramos 8 horas a dormir, 8 a trabajar y 8 a nuestro propio tiempo.


Es mejor darse a la buena vida

Y es que no todo iba a ser trabajar. Dedicar demasiado tiempo al trabajo en el día a día suele derivar en el abandono de nuestra propia vida, es decir, que perdamos el control de lo más valioso que tenemos, y con ello podamos deteriorar las relaciones externas con amigos, familiares y el tiempo libre. Esto último resulta vital si queremos conservar un equilibro físico y mental. ¿De qué manera queremos prosperar, si apenas tenemos tiempo para hablar con nadie?

Por esta razón, cada vez se valora más tener más tiempo libre, dejar a un lado el trabajo en su justa medida y enfocarse en disfrutar de nuestra vida, compartir nuestro tiempo, ayudar a los demás…

Evadirse del trabajo es tan importante como trabajar, pues es la facultad de sociabilizar la que nos distingue de las máquinas y seres inertes. ¿De verdad un buen puesto o salario debe ocupar nuestra razón de ser? Claro que no. Estamos aquí de paso y no vamos a gastar el tiempo en enjaularnos. Quizás sea mejor cobrar menos, pero disfrutar más.

Todos estos problemas no pasan desapercibidos para multitud de instituciones y organizaciones que tratan de orientar la conciliación de lo laboral con lo social mediante un sistema de trabajo más efectivo y flexible con sus empleados, estableciendo zonas de desconexión dentro de la jornada laboral, incentivando el tiempo libre, actividades, el trabajo desde casa y una flexibilidad total, donde el empleado es quien elige cuándo y cómo trabajar, estableciendo sus propios horarios.

Se trata de aunar ambas motivaciones, sin desechar ni preponderar una sobre la otra, y así poder compatibilizar tu desempeño con la gestión del tiempo de tu propia vida.

¿El problema? No saber dónde acaba cada una de ellas.