Santi Palacios: 'Hay momentos en los que toca dejar la cámara y ayudar'

El año pasado ganó 16 premios y sus fotos han sido portada de gigantes del periodismo como el New York Times.Santi Palacios nos explica todo sobre sus fotos.

“Menuda resaca llevo”, con estas palabras nos recibe en la inauguración del World Press Photo 2017 el fotoperiodista Santi Palacios. World Press Photo 2017 acaba de posicionarse como uno de los ganadores del concurso internacional de fotografía más prestigioso del mundo gracias a su trabajo retratando la crudeza de las rutas migratorias del mediterráneo. Tras el inusual saludo, nos sentamos a hablar bajito entre fotografías que gritan realidades sobre el mundo en que vivimos. Su modestia y cercanía nos sorprenden. No en vano, porque el año pasado ganó 16 premios y sus fotos han sido portada de gigantes del periodismo como el New York Times o The Guardian. Sin postureos y con un ligero dolor de cabeza, Santi Palacios nos explica todo sobre sus fotos.

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Código Nuevo: ¿Qué sentimientos te provoca haber recibido un premio de WPP?

Santi Palacios: Te voy a ser muy honesto: los premios a mí me ponen un poco de los nervios. Es más, me gustaría que hubiese más dinero para encargos y menos para premios. No voy a ser cínico, reconozco que es importante presentarte a premios para que te vean y poder recibir encargos pero, hace diez años, cuando todavía estudiaba fotografía, puse a parir el WPP porque se exhibían fotografías visualmente "bonitas". “Me la pondría en la pared de mi casa”, llegué a escuchar a una señora frente a una foto. En ella se veía una inscripción en símbolos que describía una masacre en Sudán del Sur. Pensé en lo que habría sentido el compañero que tomó la foto, en su intención al sacarla. Critiqué esa manera de darle un artificio artístico a nuestro trabajo, que, en realidad, no tiene nada que ver con el arte. Sin embargo, puedo decir que tras 10 años he cambiado de opinión respecto al WPP porque ahora sí cumple la función de difusión y, además, tu trabajo le llega a más de cuatro millones de personas.

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CN: Tu fotografía obtuvo el segundo premio de fotografías individuales en la categoría de temas de actualidad WPP. ¿Podrías hablarnos de ella?

SP: La tomé en julio del año pasado frente a las costas de Libia, en la franja que va de Trípoli a Túnez, que es de donde salen más personas migrantes. Está hecha en una pequeña lancha de rescate de la ONG catalana Proactiva Open Arms, a pocas millas de la costa, segundos después de que uno de los socorristas sacase a estos dos niños de la patera abarrotada en la que viajaban y los embarcase en la lancha de rescate. En la foto aparecen dos hermanos nigerianos: una niña de once años y un niño de diez. Parece que ella lo intenta consolar, ambos habían estado llorando y llamando a su madre. Yo veo la escena, la fotografío y, junto con otro socorrista, intentamos tranquilizar a los niños. Pensábamos que tenían miedo, pero una mujer que estaba a su lado y que resultó ser su tía me dijo que no iban a dejar de llorar. No lloraban por miedo sino porque su madre había quedado muerta en una playa en Libia.

CN: Anteriormente, otras dos fotos tuyas ganaron el Premio Nacional de Fotoperiodismo 2015 y 2016. ¿Qué recuerdas del momento en el que tomaste aquellas instantáneas?

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SP: La segunda Premio Nacional de Fotoperiodismo 2016, está tomada justo en la llegada de la isla griega de Lesbos con un grupo de refugiados que venían de Turquía y cuya embarcación había quedado sin motor en medio del mar. Pasaron varias horas a la deriva, en una embarcación atestada de personas, incluyendo ancianos y niños. Eran gente aterrada y al borde de la hipotermia. En la foto, vemos a un grupo de voluntarios ayudándoles a desembarcar en Lesbos después de conseguir traer el bote sin motor a la orilla. Me centré en uno de los voluntarios que estaba ayudando a pasar un bebé por encima de sus cabezas para que no cayese al agua helada.

CN: ¿Hay algún momento en el que hayas decidido no tomar una foto?

SP: Muchísimos. Ya sea porque intuyes que vas a molestar, por seguridad o porque en ese momento lo que hace falta es ayudar. Recuerdo un día en Lesbos en el que diluviaba y había tan mala mar que parecía imposible que llegase algún barco con esa tormenta. La mayoría de compañeros se fueron a trabajar a los campos de refugiados en el interior de la isla, pero yo me quedé allí dentro del coche con otro compañero. De repente, cuando ya había anochecido, empezamos a escuchar gritos. Encendí las luces, salimos, monté la cámara y cuando iba a sacar la foto, vi a través del obturador a una mujer saliendo del agua que se desmayaba y caía al barro con un bebé encima. Dejé la cámara y me acerqué a ayudarla. La subí con su marido y sus dos hijos en el coche y arranqué para llevarlos a un sitio seguro. Me empezaron a gritar, a tirar de la ropa, y no paraban de repetir “three baby, two baby, three baby, two baby”. Entonces entendí que faltaba un niño y me dispuse a dar al vuelta. Me contaron como pudieron —eran afganos y apenas hablaban inglés— que sí, que faltaba un bebé, pero que jamás lo íbamos a encontrar. En efecto, cuando más tarde volví a la playa no lo encontramos. Me contaron que mientras el padre lo sujetaba por el chaleco, el niño se había escurrido con el golpe de una ola. No sé si era uno de los cadáveres que fotografiamos en la orilla los días siguientes. Es una de esas historias que te puedo contar pero no mostrar, porque entendí que en ese momento lo que había que hacer no eran fotos.

CN: Ante situaciones como esta uno va como fotógrafo y acaba siendo voluntario...

SP: Es que parece que se ha popularizado esta distinción entre fotógrafo y voluntario pero, al final, somos todos personas. Si estamos allí como fotoperiodistas ya es porque la historia nos interesa casi más que a cualquier otra persona, así que no es fácil distinguir entre lo personal y lo profesional. Eso sí, hacemos nuestro trabajo siempre que las circunstancias lo permitan.

CN: La UE está capacitada para acoger un volumen más elevado de refugiados, pero los estados miembros se niegan, ¿por qué crees que no está cambiando la política migratoria?

SP: Es complejo, pero trato de resumirlo en que creo que el problema sigue siendo de educación. Hay una parte muy importante de la sociedad civil europea que sigue siendo tan cateta como siempre y no empatiza. Gente que cree que estar aquí es un privilegio y que los que viven en países que durante siglos Europa se ha encargado de destrozar no tienen derecho a venir. Una parte importante de votantes tiene miedo al "otro", a que venga gente, y el aparato político y económico del conservadurismo europeo se dedica a preservar este mensaje. Las políticas que se llevan a cabo son consecuencia de esto. Si desapareciera el miedo, los políticos no harían lo que hacen, porque sabrían que cerrando fronteras pierden votos.

CN: Después de haber visto de cerca una realidad tan dura y que la mayoría no ha vivido, ¿cómo es regresar y volver a escuchar los problemas cotidianos de los españoles?

SP: Pues a veces pasa, pero tampoco tenemos derecho a volvernos unos gilipollas y la gente puede tener problemas que no tienen nada que ver con lo que yo pueda ver en mis viajes. Cada uno al final encuentra su manera de gestionar esto, y yo nado. Me voy a las piscinas de la Barceloneta, nado dos kilómetros y luego me puedes contar lo que quieras sonríe.


World Press Photo es la muestra fotográfica más importante del fotoperiodismo internacional organizada por Photographic Social Vision y la puedes visitar hasta el 5 de junio en el CCCB Barcelona.