Este pueblo italiano está vendiendo casas abandonadas por solo 1 euro

Comprar casas abandonadas no tiene por qué ser como en Madrid, Barcelona o las Islas Baleares. Aquí tienes una alternativa.

Los desorbitados precios de las viviendas, especialmente en lugares como Madrid, Baleares y Barcelona, dejan a entrever que a este ritmo los mileniales nunca conseguiremos comprar una casa, un lugar en el mundo en el que refugiarnos que sea nuestro y no de nuestro casero/a. Pero, a diferencia de lo que nos han hecho creer, no está todo perdido. Hay una alternativa y su nombre es Ollolai. Se trata de un Barcelona italiano de la isla de Cerdeña que está vendiendo casas abandonadas por solo 1 euro, algo que está permitiendo a cualquiera tener una propiedad por un precio inferior al que pagas por un billete de metro, una caña o un helado.

En el último medio siglo la población de Ollolai se ha reducido de 2.250 a 1.300 habitantes, y su alcalde, Efisio Arbau, quiere evitar a toda costa que su hogar acabe convirtiéndose en un pueblo fantasma. Para conseguirlo, primero se puso en contacto con los antiguos vecinos que habían abandonado sus viviendas y después les pidió que donaran sus casas a las autoridades. Ahora toca esperar que la vida vuelva a llenar las viviendas y el característico laberinto de calles y plazas del pueblo. "Tenemos orígenes prehistóricos. Mi cruzada es evitar que nuestras tradiciones únicas caigan en el olvido”, dijo a la CNN Arbau, el hombre que no persigue más sueño que salvar el lugar que tanto quiere.

Aunque, eso sí, a largo plazo esta idílica oferta tiene truco. Al estar estas 200 viviendas de piedra en malas condiciones, los compradores deben comprometerse a reformarlas en los próximos tres años. Algo que supondría una suma de alrededor 20.000 euros que, por una parte, es como una patada directa en el estómago que acaba con la ilusión de vivir en un bonito pueblo italiano, pero que, por la otra, no está tan mal si crees que la podrías afrontar la cantidad con tus amigos o con tu pareja. Un proyecto en común que, además, se convertirá en vuestro propio nido de amor para vivir la dolce vita entre viñedos, y sin hipotecas.