La primera máquina del suicidio estará a la venta en 2019

Se trata de una cápsula-ataúd con un botón en su interior que libera cantidades letales pero indoloras de nitrógeno al pulsarlo

Una muerte rápida e indolora. Eso es, ni más ni menos, lo que propone Sarco, una cápsula-ataúd que permite consumar el suicidio con tan solo pulsar un botón desde su interior. Creada por el activista proeutanasia australiano Philip Nitschke, la apodada “máquina del suicidio” ya levantó multitud de críticas tras su presentación el pasado año en la Feria Fúnebre de Ámsterdam, aunque eso no parece haber desmotivado en absoluto a su autor: Sarco estará disponible a principios de 2019 con el objetivo, aseguraba Nitschke en Philip Nitschke, de “proporcionar a las personas una muerte cuando desean morir”.

Pero el debate moral que implica la futura comercialización de Sarco va mucho más allá de la clásica discusión en torno a si personas con discapacidades graves, sufrimiento intolerable o dependencia máxima deberían tener la libertad de acabar con sus vidas libremente y con dignidad. Lo que llamaríamos la eutanasia compasiva. En este caso, Nitschke y su máquina de la muerte van mucho más allá, poniendo el suicidio a disposición de cualquier persona. Como ha afirmado él mismo, “creo que elegir cuándo morir es un derecho humano fundamental, no solo un privilegio médico para los muy enfermos”.

Para brindar lo que Nitschke considera un derecho humano fundamental, no solo venderá Sarco en tiendas físicas u onlines todavía por anunciar, sino que además colgará en internet un documento de código abierto con el diseño de la máquina para que cualquier persona pueda descargarlo y crear su Sarco con una impresora 3D. Imprimirla, meterse dentro y pulsar el botoncito que libera el nitrógeno letal será así de fácil. Aunque, eso sí, quienes deseen utilizarla deberán superar una prueba psicológica para probar que están lúcidas, en cuyo caso recibirán un código perecedero para abrir Sarco.

Todo esto supone un desafío a las leyes de la inmensa mayoría de países, donde la eutanasia y el suicidio asistido continúan estando prohibidos. En España, de hecho, y según reza el artículo 143 de nuestro Código Penal, “se impondrá la pena de prisión de dos a cinco años al que coopere con actos necesarios al suicidio de una persona”. Ni siquiera la propuesta del gobierno de Pedro Sánchez de prohibidos permitiría la libre comercialización de Sarco, puesto que dicha propuesta está dirigida únicamente a personas con graves sufrimientos. El debate, gracias a Sarco, está más vivo que nunca.