Qué está ocurriendo en la industria del porno para que tantas actrices se suiciden

Analizamos por qué en los últimos dos meses cuatro actrices porno han aparecido muertas. ¿Se podrían haber evitado esos suicidios?

Se sentía sola y necesitaba a un fan que le “levantara el ánimo”. El triste mensaje en Twitter escrito el pasado 25 de diciembre por la pornstar americana, Olivia Nova, presagiaba que algo no iba demasiado bien en la vida de esta joven promesa de la multimillonaria industria del porno. Por desgracia, la preocupación de algunos de sus fans por el estado anímico de la actriz de 20 años a raíz de su mensaje estaba más que justificada. El martes, Nova fue encontrada muerta en su apartamento de Las Vegas Nevada, Estados Unidos y las primeras hipótesis apuntaron a que podría tratarse de un suicidio.

Con la muerte de Olivia Nova, la industria del porno norteamericana debe aceptar la escalofriante realidad de que, en los últimos dos meses, cuatro de sus estrellas las otras tres son August Ames, Yuri Luv y Shyla Stylez han sido halladas muertas en extrañas circunstancias. Aunque sus muertes todavía están siendo investigadas, al menos en tres de los casos —excepto Yuri Luv que murió subitamente mientras dormía— todo parece apuntar a que la presión a la que están sometidas las actrices porno en las redes sociales, los prejuicios que subyacen contra ellas en la puritana sociedad estadounidense y la agobiante competitividad en el sector, han acabado por empujar a estas mujeres a quitarse la vida. 

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Vícitma del ciberbullying y los prejuicios

Quizá el caso más paradigmático sea el de la actriz August Ames, de apenas 23 años pero con 270 escenas a sus espaldas, que el 7 de diciembre se quitó la vida ahorcándose en su domicilio de Camarillo California. Ames, había sufrido un intenso acoso en Twitter después de haberse negado a rodar una escena con un actor que poco antes había participado en una escena homosexual. El problema residía en que los controles de las ETS en el porno gay no son tan estrictos por lo que Olivia temía exponerse a una enfermedad de transmisión sexual. Los comentarios sobre su supuesta homofobia inundaron sus redes y la llevaron al límite.  

Para el director y actor porno Pablo Ferrari, galardonado con el Premio Ninfa al mejor director en 2016, el caso de Ames fue un síntoma de los problemas que enfrenta la industria a medida que las redes sociales entran en la ecuación del porno y sus actores y actrices ejercen influencers. “Estuve a punto de rodar con Ames pero no quiso hacerlo porque no me conocía. En mi caso no tuvo mayores consecuencias porque es algo relativamente normal que las actrices de alto caché sean muy selectivas a la hora de rodar, sin embargo, hacerlo con un actor que provenía del porno gay le vino fatal a nivel de imagen”, nos explica Ferrari por teléfono.

Un sector demasiado competitivo

Con la autoridad que le proporciona haber rodado con las grandes productoras del porno yankee como Brazzers, opina que la reciente oleada de muertes de pornstars tiene mucho que ver con la dinámica del sector en los Estados Unidos. “Se están dando un cúmulo de circunstancias como la competitividad extrema del sector, las envidias y enemistades entre algunas de sus estrellas, la presión de los fans cada vez más atentos al mínimo desliz y actrices muy jóvenes que se están haciendo famosas demasiado rápido y no están sabiendo gestionarlo”, apunta. Para él, los altibajos de una profesión tan complicada a nivel social como el porno hacen que “muchos profesionales no aguanten la presión”.

Un punto de vista similar es el que mantiene el productor y organizador de festivales eróticos, Conrad Son. Para el catalán, el panorama del porno en Estados Unidos y en España no tiene nada que ver y, por tanto, los problemas que afectan a sus pornstars no se tienen porqué reproducir a este lado del Atlántico. “En los Estados Unidos el mito del sueño americano sigue pesando mucho y este trabajo no ayuda”, señala Son. Utilizando el símil de las estrellas de rock fallecidas a los 27 años, lo que se ha llamado Conrad Son¸ el productor asegura que muchas de las grandes estrellas del porno han alcanzado demasiado rápido la cima del éxito.

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El reto de digerir una fama temprana

“Piensa que han quemado etapas de su vida a una velocidad que otras personas no pueden ni imaginar. Cuando llegan arriba con menos de 30 años y ven que solo pueden ir hacia abajo muchos pierden la motivación y cada rodaje, cada crítica y cada vez que su profesionalidad se pone en duda se les hace más difícil aguantar”, dice convencido de que, aunque todavía sea pronto para asegurar que las últimas muertes se deban a esto, “es evidente que algunas actrices son como muñecos rotos que habían idealizado un trabajo que tiene poco de idílico”.

En el fondo, tanto Pablo Ferrari como Conrad Son, que están acostumbrados a trabajar mano a mano con las jóvenes promesas del porno español e internacional, lo más importante en la carrera de un actor/actriz —ya sea del porno o del cine— es “saber diferenciar la persona del personaje”. Pero, para llegar a este punto, hace falta una cosa de la que muchos todavía carecen: madurez. “El éxito y la juventud son dos variables muy difíciles de combinar. Si a todo esto le unimos la presión de las redes sociales y que algunas pornstars acumulan millones de seguidores el resultado puede ser fatal. No digo que las redes sociales sean un problema, pero sí son un arma de doble filo”, concluye Ferrari.

Más allá de cuales fueron los motivos o el desencadenante que llevaron a estas cuatro mujeres a acabar con su vida, lo que no se puede dudar es que tanto August Ames, como Olivia Nova, Yuri Luv y quizás Shyla Stylez, son las víctimas directas o indirectas, dependiendo del caso de un mundo en el que una mujer que utiliza su cuerpo para labrarse una carrera de éxito continúa siendo un plato demasiado apetitoso para que los haters, trols y demás personajes de las redes sociales se ceben destilando con ello su profunda misoginia y sus prejuicios contra una profesión que, a día de hoy, continua rodeada de polémica por sus cuatro costados.