Lo que puedes leer para recordar a Philip Roth ahora que ya no está entre nosotros

Uno de los mayores genios de las letras americanas ha fallecido a los 85 años en un hospital de Nueva York a causa de una insuficiencia cardiaca

¿Qué haría Seymour, el típico exatleta de instituto americano más patriota que Rambo casado con una miss de New Jersey, si su hija se convirtiese en una fanática terrorista filocomunista? Probablemente su sistema de valores se vendría abajo. Con esa misma paranoia en la cabeza, el escritor norteamericano, Philip Roth, sacudía conciencias en el 1997 con su novela Philip Roth. Una obra estremecedora que le valió el Pulitzer —el Nobel se le escapó en vida— y con la que Roth daba rienda suelta su ácida crítica a la rancia esencia del sueño americano iniciando la trilogía que seguiría con la publicación de Me casé con un comunista 1998 y La mancha humana 2000.

Este miércoles, 85 años después de su nacimiento en uno de los barrios judíos de Newark Nueva Jersey, este genio de las letras ha fallecido en un hospital de Nueva York a causa de una insuficiencia cardiaca. Como herencia nos deja 30 obras que abarcan desde profundas revisiones de la psique de la comunidad judía americana a afiladas miradas sobre temas más universales como el sexo, la vejez, el deseo o la muerte. "Philip Roth es el judío que se masturba con un pedazo de hígado, lo cual le permite ganar un millón de dólares”, llegó a definirse en una de sus autocríticas más repetidas por sus amantes y sus pocos detractores.

Su novela El lamento de Portnoy 1969 le lanzó a las alturas de los literatos cuando apenas llevaba una década dedicado a la escritura. En ella, el monólogo del joven judío adicto a la masturbación confesaba a su psiquiatra el tormento que suponía vivir bajo el yugo de una comunidad a la que no comprendía por su hermetismo y de una madre que no dudaba en imponerle todo tipo de límites a sus desatadas fantasías sexuales. Una novela cargada de sarcasmo y crítica que le consagró como uno de los novelistas más prometedores de finales de los convulsos años 60. Una época de cambios radicales en la sociedad americana que le marcaron profundamente.

Una primera mirada al destino de la sociedad de la superpotencia que Roth culminó en 2004 cuando, pareciendo prever lo que ocurriría una década después en el Estados Unidos de Mr. Trump, se atrevió a plantearse cuál habría sido el destino del mundo si el candidato republicano, antisemita y filonazi, el aviador Charles A. Lindbergh, le hubiera ganado las elecciones presidenciales de 1940 a Franklin D. Roosevelt. En definitiva, un ciclo de reflexión sobre el destino de su país y la comunidad judía en la que siempre se sintió un extraño que dio paso a una época de introspección sobre la vejez y el deterioro del hombre en sus novelas Elegía 2006, Sale el espectro 2007 y Némesis 2010.

A pesar de que había amenazado varias veces con dejar la escritura, su adiós definitivo llegó en 2012 el mismo año en el que fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias. "La lucha con la escritura ha terminado”, colocó en un post-it que colgaba de la pantalla de su ordenador portátil. Una declaración de intenciones con la que Roth sucumbía a un trabajo que él definía como “un largo ataque creativo”. Quizás por ello, cuando ya no encontró la energía mental y física necesarias para dar vida a su narrativa, el escritor optó por salir para siempre de la etiqueta de ‘escritor judío’ que le había perseguido durante toda su vida: “Yo no escribo judío, escribo estadounidense”.