El lago africano que acabó con la vida de 1.746 personas en minutos

Ocurrió en el noroeste de Camerún el 21 de agosto de 1986 cuando los gases del lago Nyos emergieron a la superficie

En ocasiones la naturaleza puede ser verdaderamente despiadada. Lo bueno es que, en general, tenemos los conocimientos necesarios para preverlo: no acercarnos a un oso salvaje, no permitir que una ola gigante del mar nos arrastre o no quedarnos quietos bajo una poderosa tormenta de nieve son cosas que todos sabemos que debemos hacer. Comprendemos los riesgos. Pero otras veces, y estas son las peores, la naturaleza utiliza mecanismos inesperados que nos pillan completamente desprevenidos. Esto fue precisamente lo que pasó a 1.764 personas del noroeste de Camerún el 21 de agosto de 1986: un tranquilo lago los mató.

Su nombre es Nyos y, como explican en el portal especializado Volcano Active Foundation, es un lago que se encuentra ubicado junto a un volcán. De esa manera, "el magma debajo del lago produce dióxido de carbono que se acumula en las aguas profundas del lago". No obstante, cuando algún evento sacude la tierra del lago, como un movimiento sísmico o una explosión volcánica, "los gases suben a la superficie en forma de una explosión". Aquella fatídica noche, mientras cientos y cientos de aldeanxs cenaban o dormían, un estallido sonó en los alrededores del Monte Oku, seguido de una nada. El dióxido de carbono es incoloro e inodoro.

Así, y como cuentan en la BBC algunos de los supervivientes, murieron 1.764 personas mientras dormían, y muchas de ellas sin percatarse absolutamente de nada. "Cerca de las 11 de la noche me desperté y no pude levantarme. Estaba confundido. No sabía lo que estaba pasando. A la mañana siguiente vi que había gente tirada en las calles, algunos estaban muertos". ¿La razón? La gigantesca nube de dióxido de carbono, que viajaba a casi 50 kilómetros por hora, desplazó al aire y provocó la asfixia de cientos y cientos de personas, además de miles y miles de animales de los alrededores. La panorámica era totalmente desoladora.

Como detallaba George Kling en la BBC, profesor de la Universidad de Michigan e investigador del fenómeno semanas después de que aconteciera, "cuando llegamos al lago Nyos había una atmósfera escalofriante, toda la gente y todos los animales de la zona estaban muertos" y, aunque "había silencio, todos los edificios estaban en pie y no parecía que hubiera habido un huracán o una inundación". Fue una tragedia silenciosa y prácticamente imperceptible. Una que no tardaron mucho en descubrir: el fenómeno en cuestión es llamado erupción límnica y es tremendamente extraño. De hecho, solo hay tres lagos capaces de provocarlo.

Uno es Nyos. Los otros dos son Mimony, a unos 150 kilómetros de Nyos y donde había ocurrido lo mismo un par de años antes -cobrándose la vida de 37 personas y sin que ningún científico lo investigara- y Kivu. Este último, ubicado en la frontera entre Congo y Ruanda, es 1.700 veces mayor que Nyos. Además, no hay miles de personas viviendo a su alrededor, sino unos dos millones. La erupción límnica podría ser devastadora en este caso. Gracias a liberaciones controladas de dióxido de carbono, los dos primeros lagos son seguros. Ojalá pudiéramos decir lo mismo del lago Kivu, pero de momento y desgraciadamente no es así.