Las islas Seychelles se han convertido en el paraíso (de la heroína)

El archipiélago del océano Índico tiene un problema mayúsculo debido al consumo masivo de opiáceos entre sus habitantes: es el país con más adictos del mundo

Pensar en el archipiélago de las Seychelles es pensar en un paraíso de palmeras, aguas cristalinas y kilómetros de playas con finísima arena blanca únicamente interrumpidas por algunos de los resorts más lujosos del mundo. Pero lo que no saben los 360.000 turistas que cada año se acercan a esta joya en medio del océano Índico es que por detrás de la postal paradisiaca se vive un auténtico infierno. Esta pequeña república de 115 islas tiene la tasa de adicción a la heroína más alta del planeta. De sus escasos 94.000 habitantes, entre 5.000 y 6.000 se encuentran enganchados a esta droga. Aunque no parezca gran cosa a simple vista, la cifra equivale al 10% de la población activa del país, es decir, el equivalente a que en España tuviéramos 2,3 millones de adictos a la heroína. 

¿Cómo puede ser que exista tal cantidad de adictos en este rincón del mundo? La respuesta es que Afganistán, el mayor productor del mundo de opiáceos, queda en línea recta a través del océano Índico y resulta extremadamente fácil introducir la droga por vía marítima en un país con tantísimos kilómetros de costa sin vigilar. Más aún teniendo en cuenta la cantidad de dinero que introducen los turistas cada año en el archipiélago. Sin embargo, en lugar de tomarse la epidemia en plan bélico y declarar una guerra a la heroína al estilo de EE.UU, México o Colombia, entre otras cosas porque eso significaría criminalizar a una parte importante del país, el gobierno de Seychelles ha preferido delegar el asunto en la Agencia para la Prevención del Abuso de Drogas y la Rehabilitación APDAR y tratar la adicción como una enfermedad crónica. 

"En la actualidad, tenemos a más de 2.000 personas registradas en uno de nuestros programas y el 68% ahora tiene un empleo remunerado”, explicó a la BBC el responsable de los programas de asistencia médica y psicosocial de la APDAR, Patrick Herminie. Básicamente, los consumidores de heroína del país pueden elegir entre dos tipos de asistencia: una básica centrada en la reducción de los daños producidos por la adicción y otra más intensiva orientada a la desintoxicación y reintegración social y laboral. Las filas de consumidores esperando junto a furgonetas de las APDAR para recibir sus dosis de metadona son una imagen frecuente en Seychelles. Gracias al tratamiento muchos de ellos han dejado de endeudarse o recurrir al crimen para financiar su adicción. Además, la introducción de los programas en 2018 ha provocado que el precio de la heroína se haya desplomado por lo que cada vez es menos rentable para los traficantes.

"Una línea de heroína -alrededor de 0,1 g- solía costar alrededor de 1.000 rupias US$73 pero ahora se puede comprar por alrededor de 30 rupias. Ahora el objetivo principal de los traficantes es socavar todo el trabajo que hemos realizado para rehabilitar a la población y lograr que la gente vuelva a consumir, pero estamos decididos a seguir luchando", apuntó el responsable de la APDAR. Y la amenaza es más que real: los traficantes están comenzando a introducir drogas sintéticas que no pueden ser tratadas con metadona y que resultarían mucho más difíciles de erradicar. “Esperamos que la agencia pueda adaptarse rápidamente y apuntar a las nuevas amenazas que se nos presenten”, concluyó Herminie. El futuro de este paraíso del Índico dependerá de la habilidad de su gobierno para atajar el problema de las drogas. Mientras tanto, el casi medio millón de turistas que lo visita cada año permanece ajeno al drama más allá de sus playas.