Esta Iniciativa Ofrece Ayuda Durante Las Fiestas A Las Personas Con Trastornos Alimentarios

Cada día, una nueva prueba. Las personas que han superado algún trastorno alimentario conviven siempre con su fantasma. El almuerzo, la comida, la cena…

Cada día, una nueva prueba. Las personas que han superado algún trastorno alimentario conviven siempre con su fantasma. El almuerzo, la comida, la cena… Y el reto es todavía más crudo cuando el problema está todavía en vías de solucionarse. Por eso, épocas como la Navidad requieren una atención más plena. En estos días, todas las reuniones familiares, encuentros con los amigos o celebraciones de empresa se organizan en torno a la mesa. Grandes banquetes en los que ‘pasarse de la raya’ con la comida es, prácticamente, una norma no escrita.

Conscientes de ello, asociaciones de ayuda a pacientes que han padecido enfermedades como la anorexia o la bulimia refuerzan sus equipos para garantizar que cualquier persona que flaquee tenga un hombro sobre el que apoyarse. Es el caso de la organización británica B-Eat que, por primera vez, mantiene activas las líneas telefónicas de apoyo también los días de Navidad y Año Nuevo específicamente.

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“Son momentos increíblemente difíciles para quienes luchan con sus trastornos alimentarios. Durante estos días, cualquier cita social puede causar ansiedad o traer consigo sentimientos de culpa para los pacientes”, comenta un responsable de B-Eat a The Independent. En el mismo artículo, Kate Threfall, una joven que padeció bulimia durante seis años y que consiguió superarla hace ya ocho, pone nombre y apellidos a esta realidad: “Cuando todavía estaba enferma, las navidades eran un suplicio. Rezaba para que los demás dejasen de hablar de comida todo el tiempo y hoy, cuando mi enfermedad me suena tan lejana, estos días siguen siendo muy difíciles para mí”.

El Programa Mundial de Alimentos asegura hasta el 4% de los jóvenes del llamado ‘primer mundo’ sufren, antes incluso de cumplir los 18 años, algún tipo de trastorno relacionado con la alimentación. Y es tarea de todos revertir datos como este. “Comer en casas de familiares sigue resultándome difícil – explica Kate -, y más cuando sé que se van a ofender si creen que no he comido lo suficiente. Me produce cierta tensión el no ser parte de la decisión de lo que voy a comer y el no saber cuál va a ser la cantidad de comida que van a ponerme delante”. Porque el control de la situación resulta fundamental para mantener el equilibrio, aunque el problema se haya superado hace años, como en el caso de Kate.

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No importa que Kate viva en Londres o que fuera de Cuenca; ella muestra una realidad común a todos aquellos que padecen o han parecido bulimia o anorexia. Y por ello sus palabras pueden servirnos a todos de ejemplo, tanto si somos también pacientes como si lo hemos sido en algún momento de nuestra vida o si el trastorno lo padece alguien cercano. Su experiencia pone de relieve la necesidad de implicar a todo el entorno. Para empezar, resulta necesario, en la organización de cualquier fiesta, descartar los atracones indiscriminados. Además, conviene concienciar a los invitados de la necesidad de utilizar un lenguaje adecuado, evitando así las típicas presiones de ‘¿por qué no repites si te ha gustado el primer plato?’, ¿quieres que te ponga un poco más?’ o ‘vaya, parece que has engordado desde el año pasado’.

Nadie dice que tengamos que vivir unas navidades austeras ni que tengamos prohibido juntarnos a comer o a cenar, pero iniciativas como la de B-Eat y palabras como las de Kate Threfall nos muestran lo importante que resulta empatizar y ponernos en el lugar del otro. Porque este tipo de problemas son fantasmas que atacan en silencio, poco a poco, y debe ser objetivo común neutralizarlos.