Hazte Oír nos explica por qué le ha venido genial todo el revuelo con el autobús

Jamás un autobús había causado tanto revuelo en nuestro país. Desde que el pasado jueves el Juzgado de Instrucción número 42 de Madrid prohibiese circular al autobús de la organización Hazte Oír —ese que iba adornado con la polémica frase: “Los niños

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“Me imagino que ya se habrán dado cuenta, pero secuestrar nuestro autobús fue su peor error y nuestro mejor acierto. La repercusión de nuestra campaña ha sido toda una sorpresa”, explica a Código Nuevo la portavoz de Hazte Oír, Teresa García-Noblejas. En su opinión, la “censura” aplicada por el Ayuntamiento de Madrid les ha otorgado una visibilidad que jamás hubieran obtenido en una campaña convencional. “En la democracia pasa como con los adolescentes, si les prohíbes fumar lo primero que harán es ir a conseguir un cigarrillo. Pues aquí ha pasado algo similar”, asegura.

Lo cierto es que la polémica está muy lejos de llegar a su final. Desde el viernes, una caravana, tan naranja como el autobús y con el mismo lema pero entre símbolos de interrogación —una estrategia que evita un nuevo auto judicial— espera frente al ayuntamiento de Madrid el éxito de los recursos interpuestos y la liberación del autobús más famoso del país. Pero, Teresa nos avisa de que tomarán medidas legales: “este mediodía denunciaremos en los juzgados de Plaza de Castilla a la alcaldesa, Manuela Carmena, al delegado de Salud, Javier Barbero, y a la portavoz, Rita Maestre”.

La historia es que lejos de huir de la polémica, como reitera la portavoz, Hazte Oír prepara toda su artillería para volver a la carga a partir de mañana mismo. “Ahora nuestra reivindicación es por la libertad de expresión. No solamente defenderemos la libertad de los padres para elegir la educación sexual de sus hijos sino el derecho de alzar la voz contra el dogma establecido”, aclara Teresa quien, además, coordinará una manifestación por la libertad de expresión el próximo 12 de marzo en el centro de Madrid. “Mañana o pasado, a más tardar, volveremos a sacar nuestro autobús”, insiste.

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De hecho, durante la conversación telefónica, Teresa adopta una posición de víctima al respecto de las duras palabras recibidas en Twitter contra su organización. “Hemos recibido una media de siete amenazas de muerte telefónicas por día a las que se suman cientos de correos electrónicos y mensajes en Twitter. Denunciaremos a todos ellos, los números y las IP de esas personas están localizados”, sentencia mientras recalca que el polémico libro publicado por Hazte Oír en noviembre —y que dio origen a la controversia— ha sido solicitado más de 7.000 veces en las últimas 48 horas.

“Insistimos mucho en que no estamos en contra de ningún colectivo ni por su condición sexual, ni por su raza, ni por su religión. Pero debemos denunciar que en España existe un dogma en cuanto a la educación sexual basado en lo políticamente correcto”, argumenta Teresa mientras saca pecho por el reciente apoyo de intelectuales de la talla de Fernando Sabater o cita una encuesta por la que el 79% de los lectores de El País apoyaban su derecho a llevar a cabo la campaña: “Y no estamos hablando del ABC o La Razón”.

A pesar de haber sido acusados mil y una veces de promover una campaña transfóbica y de haber sido denunciados formalmente por La Asociación de Familias de Menores Transexuales ‘Chrysallis’, Teresa insiste en justificar la continuidad y el trasfondo ético de su campaña. “En España existen diez comunidades autónomas con leyes creadas entre 2014 y 2016 en las que se permite a los colectivos LGTB intervenir en el modelo de educación socio-sexual de nuestros hijos. Eso es algo que deberíamos haber decidido los padres y seguiremos luchando por trasmitir nuestro mensaje e informar”, concluye.

Lo que sí parece claro es que por dinero para pegatinas naranjas no será. Al parecer, este lobby surgido de las entrañas de los círculos ultracatólicos y dirigido por el abogado Ignacio Arsuaga Rato —familiar directo del exministro del Partido Popular, Rodrigo Rato— maneja un presupuesto anual de 2,6 millones de euros que se destina casi en su totalidad a la coordinación de campañas contra el aborto, el matrimonio homosexual o, como ocurre en este caso, contra el modelo de educación socio-sexual. Así que visto lo visto, y en virtud de la atención mediática conseguida, los autobuses naranjas y la polémicas están garantizados.