Expertos en memoria rápida nos explican cómo aprobar cualquier examen

“Lo primero que conviene tener claro es que la memoria no es un don”, asegura José María Bea, fundador la Escuela de la Memoria. 

El listado parece infinito y entran ganas de echarse a llorar. Porque, ¿cuántos países con sus respectivas capitales existen en el mundo? Alemania, Berlín; Francia, París; Italia, Roma. Hasta ahí, bien. Pero la cosa se complica: Azebaiyán, Bakú; Bahamas, Nasáu; Bangladés. Así hasta 194. Y lo mismo con las fórmulas o con las leyes. Porque tu cerebro está obligado a retener cientos de conocimientos abstractos que no se pueden razonar, que son así y punto. Y después, hay repetirlos como un lorito, tirando de memoria.

Pero tu capacidad de retención es bastante limitada y no se te hace imposible mantener en la mente tantos y tantos conceptos. Y hay que aprobar la asignatura. Por eso, pensando en ti, estudiante de instituto, universitario u opositor, hemos hablado con dos expertos en reglas mnemotécnicas, en esos ‘trucos’ que te ayudarán a memorizar tablas y listados aparentemente eternos con facilidad, para que no haya enumeración que se te resista. Y lo mejor: prometen que, aunque parezca mentira, te lo pasarás en grande mientras estudias.

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“Lo primero que conviene tener claro es que la memoria no es un don”, asegura José María Bea, fundador la Escuela de la Memoria. De hecho, afirma que cualquiera puede entrenarla: “A aquellos que piensan que no lo pueden conseguir, yo les contesto diciendo que todos podemos explotarla y convertirnos en unos maestros de la memoria. El ‘don’ no es más que la excusa de la ‘inacción’”.

Pero, ¿qué son exactamente las reglas mnemotécnicas? La psicóloga Ruth Zazo, de Psicoadapta, las define como “oraciones cortas y fáciles de recordar que ayudan a memorizar de una forma sencilla relacionando o asociando palabras o agrupando conceptos”. Estas leyes no solo permiten estudiar con más facilidad, sino que ayudan a disminuir el tiempo de memorización, optimizándola al máximo y facilitando el recuerdo a medio e incluso a largo plazo.

Quizás por ello, José María Bea habla de la mnemotécnica como el complemento perfecto al razonamiento: “La primera opción es siempre la de razonar, tratar de entender aquello que se estudia pero, en casos como los listados de nombres, fechas o fórmulas, la memoria es la única salida para retener los conceptos”. En la Escuela de la Memoria, a la que acuden sobre todo jóvenes que están preparando exámenes y oposiciones, los expertos del equipo de Bea enseñan la fórmula ‘Absume’: “Se trata de un apócope de varias palabras: absurdo, sustituye, muévelo y exagera”.

En primer lugar, apuestan por estudiar la vertiente ‘absurda’ del conocimiento, aquella que define al objeto de memorización como algo que se sale de la rutina y, por tanto, que no está mecanizado. Acto seguido, piden que sustituyamos ese nuevo concepto por algo que podamos visualizar, para que nuestro cerebro lo asocie a algo tangible. En tercer lugar, hay que vincular el concepto a algo físico, algo que se puede ‘mover’ y, por último, aconsejan que lo exageremos, que lo relacionemos con algo que despierte nuestra emoción.

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“Siempre pongo el ejemplo del atentado contra las Torres Gemelas. Involuntariamente, ligamos ese recuerdo a un momento exagerado, absurdo, fuera de lo normal. Por eso, muchos recuerdan con quién estaban ese día, qué comieron o cómo iban vestidos”, afirma Bea. Todos aplicamos entonces, sin saberlo, una regla mnemotécnica que nos permitirá almacenar en nuestra mente, para siempre, una fotografía fiel de aquel fatídico día.

Pero hay más reglas. La psicóloga Zazo habla de la conversión numérica, en la que asignamos una letra para cada número pudiendo así crear palabras que nos permitan recordar fechas; del Método de la Cadena, emparejando datos para memorizarlos de dos en dos y permitiendo recordar, por ejemplo, nombres de reyes. Otro ejemplo es el Método Loci, visualizando un espacio que nos resulte familiar, como nuestro propio dormitorio, y asignando a cada mueble y detalle un nombre. Así, nuestra cama será Bielorrusia y nuestra almohada, Minsk; la mesilla será Canadá y la lámpara, Otawa, etcétera.

Por último, otra técnica práctica es el llamado Método Herigone, especialmente indicado para recordar números. “Cada dígito se sustituye por una consonante; el 4 es la C y el 3 es la M, por ejemplo. Para formar palabras, utilizamos las vocales a modo de comodines, y el número 43 jamás volverá a tener esa forma. Ahora será, para siempre, la palabra ‘cama’, mucho más fácil de recordar y susceptible de ser utilizada en una frase absurda o en una historia”, explica Bea.

Y funciona. Porque la mente no recuerda solo un nombre, sino que lo vincula a un objeto familiar. Y tampoco tendrá que retener un listado al uso, sino que recordará un relato en el que las palabras irán dando las pistas de aquello que debemos aprender. “Los neurocientíficos estudian todas estas leyes y constatan que sirven para almacenar cualquier concepto, porque ayudan a nuestro cerebro a hacerlo con facilidad”, confirma Bea. Y añade que “cuando aplicas las normas mnemotécnicas a los estudios, haciendo conversiones, creando historias absurdas, que se mueven, consigues divertirte y despojar de las simples enumeraciones de su componente tedioso y abstracto”.

De todo ello sabe, y mucho, Miguel Ángel Vergara, campeón del mundo de memoria rápida. Él es capaz de memorizar hasta 21 dígitos aleatorios viéndolos tan solo durante un segundo. “Ejercitar la memoria es una afición tan saludable como ir al gimnasio, pero en esta los resultados no son aparentes, no puedes presumir de abdomen plano o de bíceps abultado”. Vergara comenzó sus entrenamientos en 2007 y se coronó con el título mundial en la competición Miguel Ángel Vergara.

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“Dominar tanto mi memoria me ayudó mucho a preparar mis oposiciones a la Policía Nacional, para las que tienes que aprenderte temarios tan arduos como el Código Civil, por ejemplo”, recuerda el campeón. Y él también afirma que esto no es un don. “Siempre he sido un chico de expedientes medios pero, con entrenamiento, se puede conseguir cualquier cosa”, comenta, y habla de estos ejercicios como una buena manera de mantenerse despierto y activo con el paso del tiempo. Como Paco Páez, el hombre que, con 64 años, tiene en la cabeza 72.000 dígitos del número Pi.

Así que, si lo tuyo no es hincar codos y tienes por delante un duro calendario de exámenes cuatrimestrales, o te ves inmerso en la procelosa tarea de estudiar unas oposiciones, o si simplemente quieres contar, además de con un corpore, con una mens sana, empieza a poner a prueba tu cerebro utilizando las curiosas y potentes reglas mnemotécnicas.