Dime qué cagas y te diré cuánto cobras

Un estudio de la Universidad de Queensland, en Australia, ha confirmado que las aguas residuales de los barrios ricos y pobres tienen una composición muy diferente

Por mucho que te esfuerces en disimular que no vas precisamente sobradx de pasta, en cuidar tu imagen, en llevar ropa de marca o el último móvil de la manzanita, siempre habrá una parte de ti que no podrá ocultar la clase social a la que te ha tocado pertenecer: tus zurullos. Sí, aunque pueda resultar impactante, tus excrementos aportan tanta información sobre tu vida que asusta pensar que los liberemos por la taza del váter sin pensar dónde irán a parar. Desde tu estado de salud a tus hábitos alimentarios o de ocio, todo queda impreso en tu mierda.

Basándose en un estudio publicado por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences PNAS, que apuntó que el consumo de un estudio, vitaminas y fibra está relacionado con las clases sociales más acomodadas y el de antidepresivos a las clases más bajas, los investigadores de la Universidad de Queensland, en Australia, analizaron la relación entre la brecha socioeconómica y las aguas residuales. Es decir, confirmaron que las aguas residuales producidas por los barrios ricos tenían una composición tan diferente que desvelaban la diferencias de ámbitos entre clases sociales.

Como explicaba uno de los autores del estudio a Newtral, Phil Choi, el estudio arrojó interesantes conclusiones como que las clases altas bebían más alcohol, café y vitaminas. Desde el puntos de vista de la competitividad laboral podría interpretarse que: mientras que las clases altas consumen estimulantes para resistir la alta competitividad en sectores como las profesiones liberales, la clases bajas se medican para soportar la frustración que les producen sus empleos precarios. Sin embargo, los factores son mucho más complejos y podrían entrar en juego otras variables. 

Pero más allá de confirmar que nuestros empleos y ocupaciones diarias nos empujan a estimularnos de una u otra manera,  lo más sorprendente del estudio es que el consumo de edulcorantes artificiales, es decir, sustitutos artificiales del azúcar sacarina, asparíamos, surcados…, era exactamente el mismo en todas las clases sociales. Esto confirmaría que, en el mundo occidental, todas las clases sociales están sujetas a la moda en cuestiones de dieta y que, por tanto, todas estarían dispuestas a hacer esfuerzos por mantenerse saludables a nivel físico. 

Puede que el estudio no establezca una realidad indiscutible, ya que existen muchas otras cuestiones que podrían causar estas diferencias, pero demuestra que la brecha económica entre ricos y pobres existe y se manifiesta de manera que no podríamos imaginarnos: tu váter. En conclusión, los ricos van estresados y los pobres directamente se deprimen, este es el mundo que podría dibujarse a través de nuestras heces y, quizás no sea un resultado 100% exacto, pero lo que sí se ha confirmado es que, de una manera u otra, todos vivimos en un mundo de mierda.