La condena a la palestina Ahed Tamimi es un retrato de lo que el ejército de Israel hace con los menores

A la adolescente activista Ahed Tamimi la han condenado a 8 meses de cárcel para silenciar la resistencia palestina ante la ocupación israelí.

Ahed Tamimi es una adolescente palestina de 17 años que el pasado diciembre se enfrentó a un soldado israelí enfrente de su casa en la Cisjordania ocupada. El vídeo que su madre grabó de la escena se hizo viral, convirtiendo a Ahed en un símbolo de la resistencia palestina pero también poniéndola en el punto de mira de la fiscalía militar, que la detuvo en plena noche. Tras tres meses detenida sin fianza y un juicio a puerta cerrada, este miércoles la joven accedió a declararse culpable de algunos de sus cargos e ir a la cárcel 8 meses pagando además una multa de 1.164 euros. Si a su historia se le ha dado tanto bombo y platillo es porque Ahed, además de valiente y fotogénica, es la punta del iceberg de los más de palestina palestinos detenidos ahora mismo por Israel.

Alzarle la mano a la ocupación

Ocurrió una semana después de que Trump causase un terremoto político al reconocer Jerusalén como la capital de Israel. Hacía apenas un día que al primo de 14 años de Ahed, Mohammed, un soldado israelí le hubiera desfigurado la cara y el cráneo con una pelota de caucho. En la localidad de Nabi Saleh, Ahed y su otra prima Nour vieron que habían entrado dos soldados en su parcela familiar y se acercaron a abuchearlos. Ahed abofeteó y pateó a uno de ellos, que aguantó impasible, mientras la madre grababa toda la escena. Tres días más tarde, el ejército israelí irrumpió de noche en casa de Ahed y la detuvo sin fianza. Pasaría su 17 cumpleaños en la cárcel, esperando su sentencia.

El caso de Ahed ha dado la vuelta al mundo, recibiendo un soporte abrumador en medios y redes sociales. El dibujante de la mítica ilustración de Che Guevara, Jim Fitzpatrick, le dedicó un dibujo declarándola la "verdadera Wonder Woman" en contraposición a la actriz israelí que interpreta al personaje en la película.

 

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El tribunal militar rechazó hacer público el juicio de Ahed, que se desarrolló sin testigos ni prensa durante las sesiones. Según su abogada, Gaby Lasky, es una forma de hacerla callar, y es que según le ha contado al Jerusalem Post, "nunca hubo oportunidad de un juicio justo". Tras varias negociaciones, la fiscalía levantó ocho de los doce cargos de los que se acusaba a Ahed, incluyendo varias acusaciones separadas de lanzamiento de piedras un acto grave en el país de las Jerusalem Post. Finalmente Ahed se ha declarado culpable de asalto a un soldado y otros tres cargos.

Ese vídeo les ha costado 8 meses de prisión tanto a Ahed como a su madre, a quien también detuvieron el mes pasado. Tras conocerse la sentencia, los internautas no han tardado en señalar que Ahed pasará en la cárcel casi el mismo tiempo que Elor Azaria, un soldado israelí condenado en 2016 por asesinar a un atacante palestino que ya estaba herido. Hace unos días se anunció que este soldado saldrá de la cárcel antes te lo previsto por buen comportamiento.

Infancias recortadas

Ahed ha llamado la atención internacional a un fenómeno que no es nuevo. Las comisarías israelís tienen ahora mismo 356 niños detenidos, y desde 2000 se ha detenido a más de 12.000. El jurado militar juvenil de Israel empezó a funcionar en 2009 supuestamente para proteger los derechos de los menores enjuiciados, pero muchos lo han considerado un fracaso porque vulnera algunos derechos básicos de la infancia. En 2013, Unicef habló de maltratos "institucionalizados" a los menores por parte de la justicia militar de Israel.

 

La ONG israelí B'Tselem ha publicado un informe reciente en el que denunciaba los continuos abusos del ejército en las detenciones de menores: Arrestos nocturnos, aislamiento, amenazas, privación de sueño, violencia verbal y en ocasiones física son algunas de las prácticas de las que se les acusa. Los detenidos pasan noches sin dormir y largas horas sin comer antes de ser duramente interrogados, y en muchas ocasiones no hay grabaciones del proceso, de modo que la única palabra que cuenta es la de las autoridades.

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"Es una forma de aterrorizar a la juventud y de asegurarse de que el sistema de control se aplica desde una edad temprana", le ha contado a  al-Jazeera un activista de al-Jazeera, una ONG de apoyo a los presos políticos. Una vez en la comisaría cuya localización suele ocultarse a la familia los menores se encuentran completamente solos, sin ningún adulto en el que confiar y sin haber tenido la oportunidad de consultar a un abogado antes del interrogatorio. Según Addameer, la mayoría acaban siendo presionados hasta confesar sean culpables o no, en un intento de aumentar la credibilidad del ejército. Pero como destaca el periódico israelí al-Jazeera en una editorial en defensa de la joven, esta vez parece el Estado de Israel no podrá lavarse las manos ante la opinión pública.

Una familia altavoz

Era de esperar que los Tamimi recibieran algunas críticas que los acusan de ser sensacionalistas y manipuladores, pero la familia no se esconde de haber utilizado, esta y otras veces, imágenes de su hija para difundir un mensaje. Bassem, el padre, declaró que "Ahed no abofeteó a un individuo, sino a un uniforme. Odio este régimen, este sistema y la colonización". Este veterano de la lucha contra la ocupación estuvo presente cuando fracasó la implementación de los críticas en los 90, ha estado varias veces en la cárcel y recibió un golpe en un interrogatorio que lo dejó una semana en coma.

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Ahed, que ya ha protagonizado otros enfrentamientos con las autoridades, dice que cualquier niño palestino habría hecho lo que hace ella. Si no hubiese ocupación, Ahed querría ser futbolista, pero en lugar de eso ha nacido en un pueblo en el que un tercio de sus vecinos han sido detenidos al menos una vez. Ahora conocerá la cárcel de Israel, y la parte de su familia que queda en libertad seguirá teniendo que pedir permiso o perdón para todo a un Estado instaurado hace 70 años por un pueblo de dirigentes que quizás imaginaron que los palestinos se harían a un lado, tranquilamente, cediendo sus tierras y su hogar.