Así fue Clara Campoamor, la mujer que conquistó el sufragio femenino en España

133 años después del nacimiento de Clara Campoamor, recordamos cómo se enfrentó al Congreso de los diputados para dar a las mujeres el derecho a voto

Hace unos 133 años que nació Clara Campoamor, la diputada liberal gracias a la que, en gran medida, las mujeres españolas tenemos derecho a voto. Un hito histórico en elmujeres de nuestro país que protagonizó en 1931 y que nos ha traído hasta la actual lucha feminista, que no piensa desistir hasta que la igualdad entre hombres y mujeres sea una realidad.

Campoamor nació en el barrio madrileño de Malasaña en un tiempo en el que la tasa de analfabetismo femenino rozaba el 80%. Pero ella sería distinta a la mayoría. Cuando ya había despertado su conciencia social a base de leer regularmente periódicos que le mostraban el país en el que le había tocado vivir, su padre falleció. Tenía 10 años y no tuvo más remedio que dejar de lado sus estudios, pero su ambición solo acababa de encenderse.  

Con el tiempo, la joven que tuvo que trabajar en un taller de confección, telefonista y dependienta para subsistir se sacó el bachillerato, después de licenció en Derecho y se inscribió en el Colegio de Abogados de Madrid. Se había convertido en la segunda mujer del país en protagonizar ese gesto después de la abogada y diputada socialista, Victoria Kent. Aunque  el logro por el cual ahora todos la recordamos aún no había llegado.

Después de saltar a la esfera política en 1931 y unirse al Partido Radical de Lerroux, el 1 de octubre de ese mismo año leyó en el Congreso de los Diputados el discurso con el que pasó a ser la primera mujer en dirigirse a toda la nación desde su tribuna: “No dejéis a la mujer que, si es regresiva, piense que su esperanza estuvo en la dictadura; no dejéis a la mujer que piense, si es avanzada, que su esperanza de igualdad está en el comunismo. No cometáis, señores diputados, ese error político de gravísimas consecuencias. Salváis a la República, ayudáis a la República atrayéndoos y sumándoos esa fuerza que espera ansiosa el momento de su redención”.

Antes de conseguir la victoria que lo cambiaría todo tuvo que soportar que Kent, la única diputada mujer del hemiciclo junto a Clara, hiciese una réplica en la que negó a su propio sexo tener el mismo poder de decisión que los hombres. En su opinión, con el voto de las mujeres, que estaban influenciadas por los curas, la derecha terminaría ganando siempre. Pero aquellas lapidarias premisas quedaron muy lejos de acabar con la tenacidad de Clara.

Así que subió de nuevo a la tribuna para desmontar los argumentos de su opositora: “no cometáis un error histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar. Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer, y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen”. Las palabras gracias a las cuales venció con 161 votos a favor frente a 131 en contra provocando que, por fin, se reconociera que las mujeres tenían la misma capacidad de pensar y decidir que los hombres.

Sin embargo, la impulsora del sufragio femenino en España no pudo escribir un final feliz. En 1934 se cumplió el pronóstico de Kent al ganar la derecha y, lamentablemente, Clara no tuvo más opción que abandonar la vida política. Con la llegada de la Guerra Civil todo empeoró. El odio que ambos bandos sentían por ella la obligó a exiliarse sin nunca tener opción de volver a casa. Murió de cáncer en Suiza tres años antes que Francisco Franco, pero con la certeza de que había regalado un futuro más próspero a todas las mujeres españolas.