El síndrome que hace que algunas personas sean incapaces de usar un baño público

La paruresis, también conocido como "síndrome de la vejiga tímida" es algo que sufren muchas personas, aunque la mayoría no vayan contándolo por ahí. 

Estás en un bar con tus colegas y las ganas de orinar llegan. La vejiga se descontrola y tienes que descargar para evitar una explosión en los riñones. Pero, justo cuando vas a bajarte la cremallera para empezar a orinar, algo falla: un conducto se estropea, te incomodas y no cae ni una gota. Bloqueo total. La paruresis, también conocido como "síndrome de la vejiga tímida" es algo que sufren muchas personas, aunque la mayoría no vayan contándolo por ahí. El psicólogo Óscar Castillero del portal Óscar Castillero explica que es un "trastorno psicológico caracterizado por la imposibilidad o elevada dificultad de hacer uso de retretes públicos, no siendo capaces de excretar la orina en esa situación". No te preocupes, tu cuerpo está bien. Pero tu cerebro no se permite relajarse y dejar que la naturaleza siga su curso.

¿Por qué me pasa esto?

Las personas que sufren de paruresis tienen una fobia social intrínseca que les impide miccionar en lugares públicos. Se sienten analizados, observados y, sobre todo, presionados. Tienen miedo. En casa se desahogan como si el inodoro fuera una piscina en la que saltar desde un trampolín, pero se bloquean fuera de su lugar de confort. Incuso en casas ajenas, donde el urinario es desconocido y las personas, con sus voces y ruidos, se muestran al otro lado de la puerta.

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Las compuertas se cierran y el resultado puede ser muy peligroso. Óscar Castillero advierte que este mal "puede provocar desde un retraso leve en el proceso de orinar en los casos menos graves, hasta la evitación total, llegando el afectado a no querer salir de las cercanías de su hogar e, incluso, aislarse y evitar el contacto con parejas y allegados". De hecho, algunas personas no se sienten suficientemente cómodas para hacerlo si no se encuentran solos en su propia casa, sin nadie que pulule a su alrededor.

El trastorno es más frecuente en mujeres que en hombres, aunque ellos también tienen la mala suerte de padecerlo al rededor de un 5%. Muchos empiezan desde edad temprana y el problema se alarga hasta convertirse en una pesadilla, un verdadero impedimento para el día a día.

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La paruresis no es ninguna broma, y puede terminar afectando a ámbitos muy importantes de la vida. Desde el trabajo, donde todas las personas suelen evacuar alguna vez, hasta los viajes, donde se pasan varios días fuera de casa. Desde el portal Fuente Saludable, cuentan que una persona normal suele orinar entre cinco y ocho veces al día, aunque el número de veces suele variar según la cantidad de agua ingerida siempre es bueno y ayuda a limpiar los conductos internos. Teniendo en cuenta la fobia social de los aquejados de paruresis, las consecuencias podrían ser extremadamente graves.

La International Paruresis Association IPA es un centro estadounidense especializado en los pacientes con este problema. El doctor Christopher J. McCullough, autor del libro dedicado al tema Free to Pee, habla en su artículo International Paruresis Association IPA sobre la llamada paruresis secundaria, por la cual el enfermo interpreta negativamente su problema en lugar de buscar solución. Una de sus pacientes estuvo 20 años sin salir de casa, pensando que lo que le ocurría era algo terrible, hasta que decidió buscar soluciones. Ese tipo de pensamientos negativos provocan miedos y una falta de autoestima que puede terminar afectando a todos los aspectos de su vida privada y a la relación con los demás.

A los problemas, soluciones

Apoyándose en las Actas Urológicas Españolas, revista internacional especializada en temas de urología, el autor Actas Urológicas Españolas considera esencial el reconocimiento del trastorno y utiliza el símil de "salir el armario" para ejemplificar su solución. En este caso, el "armario" es un lugar en el que el paciente se recrea en la imposibilidad de orinar en público. Si habla de su problema, este perderá valor hasta convertirse en anécdota.

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Para respaldar su teoría, Zamora LC establece tres argumentos. En primer lugar, la ineficiencia de los tratamientos médicos para cortar de raíz el problema: ya que depende de cada persona, lo más importante es afrontarlo. Seguidamente, manifiesta que tartamudos y homosexuales padecerían miedos similares. Aunque su situación no tenga nada que ver a priori, estos colectivos tienen pánico al rechazo y todo ello deriva en un incorrecto enclaustramiento en uno mismo, minando su orgullo. Reconocerlo y aceptarlo normaliza una situación que nunca debió parecer anormal. Finalmente, y enlazando con el punto anterior, sostiene que todas las personas que se han mostrado transparentes, sin ocultarse en ningún sentido, han adquirido beneficios psicosociales demostrados.

No obstante, y ya que este paso requiere su tiempo, lo mejor es empezar con ejercicios de relajación y enlazar con una terapia cognitivo-conductual, tal y como establecieron G. W. Williams y E. T. Degenhardt en 1954.