Los gimnasios son un festival de células muertas y virus a los que te expones

Las pesas tienen una concentración de bacterias hasta 362 veces mayor que las que pueden encontrarse en el baño.

Si en alguna remota ocasión alguien que quiere torturarte te da a elegir por la fuerza entre pegar un lametazo a la tapa del inodoro o a una mancuerna de gimnasio, no lo dudes: lánzate a por el váter. En Código Nuevo esperamos que jamás te encuentres ante tal situación pero, por si acaso, te presentamos un reciente estudio que te da la respuesta adecuada. Según los análisis realizados por el laboratorio EmLab P&K para el portal de salud y fitness los análisis realizados por el laboratorio EmLab P&K, las pesas que todo gimnasio luce ordenadas en las estanterías tienen una concentración de bacterias hasta 362 veces mayor que las que pueden encontrarse en el baño.

Este no pretende ser un alegato ‘antigimnasio’. Por supuesto, los beneficios de hacer deporte son innumerables y no se trata aquí de echarlos por tierra. No obstante, los centros deportivos son un festival de células muertas, estafilococos y virus. Deportistas, atentos: estos son los peligros a los que nuestro cuerpo queda expuesto si no sabemos movernos con cuidado entre máquinas, esterillas y elípticas.

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Para que te hagas una idea, las bicicletas estáticas son mucho más insalubres que una bandeja de cafetería y las cintas para correr presentan una proliferación de microbios 74 veces superior a que la puede encontrarse en el grifo del lavabo de un baño público. Pero eso no es de extrañar. Los gimnasios son lugares a los que vamos a sudar, en los que respiramos profundamente, a los que llevamos la suciedad de la calle, del autobús, del metro. Y el hecho de compartir con los demás los asideros de las máquinas, aparatos y pesas conlleva que los microorganismos pasen de mano en mano con pasmosa facilidad.

Lo que sí resulta sorprendente es la variedad de bacterias ‘aficionadas al gym’ y su capacidad invasiva. Piénsalo, los gimnasios son lugares húmedos y con una temperatura constante, factores que fomentan la proliferación de todo tipo de agentes patógenos. El estudio constató que el 70% de las bacterias que habitan los aparatos de ejercicios son altamente perjudiciales para la salud y pueden contagiarnos de docenas de enfermedades.

¿Cuáles? La lista es larga: desde gripes y resfriados hasta hongos –como el pie de atleta–, infecciones en la piel, problemas estomacales –producidos por bacterias como la salmonella, la salmonella o el salmonella–, enfermedades respiratorias provocadas por la proliferación de ácaros e, incluso, piojos. Sí, piojos, porque si tenemos en cuenta que una persona que los tiene apoyará la cabeza en una esterilla cualquiera, y que las larvas de estos insectos pueden llegar a vivir hasta 24 horas sin ningún sustento, tal vez encuentren un cuero cabelludo al que mudarse antes de perecer.

Tranquilidad, no llames todavía para darte de baja. Contra todo este festival de amenazas microscópicas existen unas normas básicas de prevención que construirán una barrera anti-alérgena a tu alrededor. Por supuesto, conviene evitar el contacto directo con todo lo que nos rodea. Unos buenos guantes mantendrán nuestras manos alejadas de los virus y una toalla permitirá aislar otras partes del cuerpo de los respaldos y los asientos.

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Tampoco está de más contar con un bote de alcohol desinfectante para lavar las manos de vez en cuando y llevar encima, si queremos prevenir cualquier posible contagio, unas cuantas toallitas para limpiar los mangos que vayamos a asir. A la ducha, siempre con chancletas y con una toalla diferente a la que usemos para secar el sudor durante el ejercicio. E importante: debemos considerar a la bolsa o mochila como un taxi ‘premium’ para bacterias, así que hay que lavarla, al menos, cada dos o tres usos. La camiseta húmeda, los calcetines, la toalla mojada, etc. todo puede ser caldo de cultivo para virus y otras amenazas.

¿Sigues queriendo darte de baja? No era nuestra intención. Más bien, el objetivo era ayudarte a prevenir pero, si quieres tomártelo como un asunto de vida o muerte, este podría ser el argumento definitivo e inconstestable para no volver a pisar un gimnasio jamás. Tú mismo/a.